Sin sorpresas se desarrolló ayer domingo la elección de dirigentes municipales del PAN. En la zona metropolitano ganaron los que se sabía que iban a ganar, por tener bien identificadas las mayorías a su favor. Nada extraordinario, pues.
En Guadalajara ganó Eduardo Álvarez con mil 74 votos por mil 27 de Carlos Arias y los 225 de Mario Íñiguez Vizcarra. Contra lo que algunos pronosticaban, 47 votos de diferencia no son muchos.
En Zapopan el triunfo fue para Alfonso Rejón con 901 votos por 685 de Cuauthémoc Navarro. Aquí si la diferencia fue más amplia: 216 sufragios.
En Tlaquepaque la victoria fue para Francisco Padilla con 349 votos por los 40 que apenas sumó a su favor Martha Meza Núñez. Los 309 de ventaja simplemente dejan sin palabras.
En Tonalá ganó Roberto Lucano con 363 sufragios, Alejandro Vázquez López obtuvo  299 y Juan Pablo Martínez Galván logró 150. Apenas una diferencia a favor de 64 votos para Lucano.
Donde los candidatos no se despeinaron fueron en Tlajomulco y El Salto, donde Luis Enrique Cabrera Ureña y Efrén Mendoza Carrillo, respectivamente, fueron candidatos únicos.
Sin duda en Guadalajara el perdedor fue el senador José María Martínez Martínez frente al grupo del Comité Estatal, con Carlos Arias como candidato.
Pero como sucede en cada proceso electoral interno en el PAN, el gran reto para quienes logran la victoria es lograr la tan necesaria unidad para trabajar en torno a la elección constitucional. Y es que han sido esas heridas que quedan abiertas en las internas las que finalmente no logran cerrar para contender unidos frente a los contrarios de otros partidos políticos.
Álvarez, Rejón, Padilla y Lucano deberán demostrar capacidad, humildad y sensibilidad para sumar a sus adversarios panistas y lograr que lleguen a las elecciones constitucionales unidos, pues de no ser así nos queda claro que simplemente se dedicarán a administrar la derrota y a negociar espacios que les permitan beneficiarse de la nómina pública sin mayor ambición por ser verdaderamente competitivos.
Al tiempo.