Tras el atentado contra el semanario francés “Charlie Hebido” en el que fallecieron 12 personas, entre ellas el editor en jefe, y la muerte registrada hasta el momento de 97 periodistas en México por razones de su labor profesional, les comparto este texto que llegó a mis manos allá por principio de los 80’s cuando aún era estudiante de periodismo en la Universidad de El Bajío (León, Gto) y comenzaba mis “pininos” en el periódico “El Diario de Guanajuato”, titulado: “Periodismo, única universidad para recibirse de cadáver”. Lo firmaba: “J.C.S.”, que nunca identifiqué. Si alguien lo sabe, gracias por decírmelo. Dice:
“Pude ser fabricante de emplantes o diseñador de aldabas. Pero la vida me arrimó al periodismo -no se sabe aún si este asunto es arte, oficio o simple entretenimiento-.
“Lo que sí sé -tarde me estoy dando cuenta-, es que el periodismo es una verdadera Universidad en donde uno puede recibirse de cadáver, de desterrado o de enterrado. O, en el mejor de los casos, de definitivo muerto civil.
“Pero también me dí cuenta de muchas cosas más o menos importante. Y si todo es según el cristal con que se mira, este cristal periodístico nos muestra, mediante su piel de vidrio, que todo es importante. Desde los ojos del cangrejo hasta el planeta Marte.
“En otras palabras: no hay nada que carezca de atractivo y el oficio de periodista estriba en poner todo lo que ocurre, la pimienta, la sal y el colorante que lo haga, si no siempre apetecible, al menos de interesante relieve.
“Lo que no presentí en aquellos tiempos: que el periodismo llegaría a ser el más peligroso de los oficios después del de fabricante de explosivos.
“Al periodista se le pretende domesticar, ora a base de picana, ora mediante aditamentos monetarios corruptores, los que también asesinan, si no al cuerpo -que ya sería mucho- sí el prestigio y la dignidad, lo que en mi sentir es peor.
“He aprendido muchas cosas en el oficio. He aprendido en esta univeridad que el periodismo es un desafío al pasado, al presente y al futuro.
“El periodismo es, pues, una universidad donde mucho se aprende. Allí supe que en los últimos tiempos no ha habido censura previa de la prensa sino algo más doloroso: autocensura. Aquel periodista que no llora sobre el teclado de su máquina, no es un verdadero periodista.
“Ha habido todo un vocabulario prohibido que debíamos soslayar: pobres en contraposición a ricos, opresión, represión, paredón, desaparición, liberación, pueblo. Palabras que caen bajo la dolorosa autocensura de que son víctimas no sólo los periodistas sino las empresas. También las empresas han sido muchas veces víctimas del: “escriban, pero por amor al país tengan cuidado con lo que escriben.
“¿Verdad que el periodismo es una universidad y que ser periodista es tan peligroso como ser fabricante de explosivos…?”.
¿Qué les parece este texto ante la realidad que enfrenta el periodismo en el mundo?