“Si en el PRI nos ordenan que votemos por un olote, votamos por el olote”.
Esta frase se la adjudican los antiguos priistas a un viejo dirigente cenecista del tricolor, de aquellos de los setentas y ochentas, don Chema Sotelo.
La cita resume la añeja y conocida “disciplina”, esa callada sumisión que las bases del PRI han tenido y siguen teniendo ante las decisiones de arriba, de los pocos que mandan.
En el PRI no hay crítica, no hay debate, no hay consultas para decidir dirigentes y candidatos, no hay rendición de cuentas (políticas ni financieras), no hay libertades de disentimiento ni de expresión. Una organización digna de ser intervenida por los organismos de derechos humanos y transparencia.
Por eso, aunque eran muchos los que estaban en contra de que se impusiera a Hugo Contreras Zepeda como dirigente estatal del PRI Jalisco hace casi tres años, los priistas tuvieron que apechugar y aguantar la decisión que entonces tomó el “primer priista de Jalisco”.
También por eso, cuando el PRI fue atropellado en junio del 2015, ningún priista se atrevió a pedirles cuentas al dirigente partidista ni a quien lo impuso por los desastrosos resultados. Ni pudieron hacer nada para impedir que Hugo Contreras continuara como presidente estatal por ocho meses más y que fuera “premiado” además con la coordinación del los diputados locales de su partido.
Ahora, desde que trascendió el rumor de que José Socorro “Coco” Velázquez Hernández, un priista de la vieja guardia, habría sido palomeado por los de arriba como próximo dirigente estatal del PRI en Jalisco, las inconformidades entre los priistas se soltaron. En chats, cafés, rincones, pasillos, y redes sociales -únicos lugares donde los priistas se atreven a expresar sus divergencias- muchos militantes de base y cuadros de ese partido manifestaron su rechazo.
Pero los de arriba, los que toman las decisiones, saben que los priistas no pasan de ahí y que su sumisión aguantaría ésta u otra imposición y muchas más. Al final, como ayer y como siempre, y a pesar de la humillación, en el PRI acabarán acatando la determinación.
Si por estos días don Chema Sotelo resucitara, vería que aquella disciplina priista, esa que raya en la abyección, sigue tan viva como en sus tiempos. Y bien podría sentenciar:
“Si en el PRI nos ordenan que votemos por un Coco, votamos por el Coco”.