Ningún político se gasta lo que se gastó el senador priista Arturo Zamora en la comida-homenaje que “le organizó su familia” la semana pasada, si no tiene un objetivo político definido.
A la comida acudieron cerca de mil invitados, muchos actores políticos, pocos familiares.
Zamora, como acostumbran los políticos de su generación, no abre su juego.
Sin embargo, se pueden vislumbrar, por lo menos, dos objetivos que estaría buscando el ex alcalde de Zapopan:
1. Convertirse en el jefe político del PRI Jalisco. Arturo Zamora ya lo intentó luego de su derrota en la elección de gobernador del 2006.
De la mano del entonces rector de la Universidad de Guadalajara, Carlos Briseño Torres, Zamora quiso convertirse en el líder moral del priismo jalisciense. Pero una generación de jóvenes, encabezada por Javier Guízar y a la que pertenece el gobernador Aristóteles Sandoval, se lo impidieron.
Luego de la derrota de la generación de Zamora, con la llegada de Guízar a la dirigencia estatal del PRI, se agudizó una batalla entre “viejos” y “jóvenes”, que se reflejó en la constante marginación de los primeros en las candidaturas del 2009, 2012 y 2015.
Desde entonces, los “viejitos”, como les dicen sarcásticamente en el PRI, han esperado la hora de la revancha.
La llegada de uno de los suyos a la dirigencia nacional, Manlio Fabio Beltrones, la debilidad política del gobernador Aristóteles Sandoval y su grupo, la presencia de Arturo Zamora en el CEN del PRI y con su protagonismo en el Senado, estarían alentando a esa generación a intentar hacerse nuevamente del control del PRI Jalisco. Tienen como zanahoria política el 2018.
Y Arturo Zamora puede ser quien encabece el esfuerzo de quitarle a Aristóteles Sandoval el control del priismo de Jalisco, o buena parte de él.
Como jefe de los priistas en el estado, Zamora podrá construirse una estructura en todo el estado y venderse mejor con el próximo candidato presidencial en el 2018, podrá repartirles a los de su generación candidaturas que les han sido regateadas y tendrá una mayor interlocución con los actores políticos y sociales de Jalisco.
2. Construir su candidatura a gobernador en el 2018. Arturo Zamora vendrá como candidato a gobernador en dos escenarios: uno, que crea que sí le puede ganar a Enrique Alfaro y, dos, que la dirigencia nacional del PRI lo mande como “sacrificado” para abonarle a la elección nacional y al candidato a la Presidencia de la República, en su condición de ser el priista más rentable electoralmente.
Como jefe político del PRI Jalisco, el senador podría construir, con sus amigos y aliados, una estructura estatal más confiable para él, y así no sería, en el caso de venir a competir electoralmente, rehén del actual grupo que encabeza el gobernador Aristóteles Sandoval.
Aunque no diga qué es lo que busca, poco a poco sus propias jugadas irán develando qué es lo que realmente pretende Arturo Zamora con su repentino incremento de activismo público en Jalisco.
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