A ocho días de que entregue la titularidad del Poder Ejecutivo al priista Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, el gobernador Emilio González Márquez confesó a los jaliscienses su sentir al decir adiós:
“Me voy tranquilo, en paz con mi conciencia y mis semejantes…”.
Con estas diez palabras González Márquez resumió lo que fueron sus seis años de gobierno y en ellas se puede centrar lo que fue éste su último mensaje formal al frente del Gobierno del Estado, más allá de los números que reveló para soportar sus logros en las diversas materias y áreas gubernamentales.
Habrá quien esté o no de acuerdo con la forma en que gobernó; habrá quien cuestione los números de los que habló para asegurar que ahora -como dice su eslogan- “Jalisco está mejor”; habrá quien lo considere el mejor o peor gobernador de los tres que ha habido de extracción panista; habrá quien no le crea a “pie juntillas” los beneficios que dijo su gobierno le dio a los jaliscienses…
Habrá, sin duda, discrepancias y coincidencias, como las ha habido con todo gobernante -municipal, estatal y federal-, independiente de la filiación política que tenga.
Sin duda, claro está, que lo importante no es como se autocalifique un gobernante sino cómo lo califiquen los gobernados, pues hasta el momento no ha habido ninguno que haga un “mea culpa” personal y a lo más que han llegado es a decir que no se sienten satisfechos con lo hecho, pero siempre nos aseguran que se entregaron hasta el límite de sus capacidades…
Y en no pocas ocasiones confirmamos con ello que tienen razón y que varios gobernantes terminaron muy exhaustos porque su capacidad fue muy poca.
Así, pues, podrán decirse muchas cosas de Emilio González Márquez y de su gobierno, como se dijo y se sigue diciendo de Alberto Cárdenas Jiménez y Francisco Ramírez Acuña, pero nada podrá hacerse cuando el gobernante confiesa:
“Me voy tranquilo, en paz con mi conciencia y mis semejantes…”.