La caballada no sólo está muy flaca en el PAN y en el PRI, rumbo a la elección de gobernador para el 2018, sino que además está encerrada en sus caballerizas.
Mientras tanto, Enrique Alfaro galopa sin contrincante hacia esa meta.
A menos que el alcalde electo de Guadalajara decida jugar otro proyecto, el partido Movimiento Ciudadano (MC) ya tiene en Enrique Alfaro Ramírez su candidato a gobernador para el 18, y no ha dejado de hacer campaña con ese objetivo desde hace seis años.
Además contará con los reflectores que le darán ser el alcalde tapatío y encabezar un movimiento que le dará mucha proyección estatal y nacional.
Por su parte, el PRI prácticamente no tiene un prospecto que pudiera verse al día de hoy como competitivo ante Alfaro.
Arturo Zamora Jiménez, hoy senador, es el mejor posicionado de los priistas, pero tampoco los números le dan muchas probabilidades de triunfo.
Zamora se ha encargado de decirles a todos los priistas que platican con él que su deseo es enrolarse en la campaña del próximo candidato presidencial tricolor y buscar un espacio en el gabinete. Sin embargo, el ex alcalde de Zapopan podría venir de “sacrificado” si así se lo pidiera quien resulte candidato a suceder a Peña Nieto.
En el gabinete del gobernador Aristóteles Sandoval tampoco se ve quién pudiera darle batalla a Alfaro dentro de tres años.
Por supuesto, nadie se tomaría en serio pensar que Sergio Chávez, el único priista que gobernará un municipio metropolitano, podría pasar de alcalde de Tonalá a candidato a gobernador y competirle de verdad a Enrique Alfaro.
Además, dentro del PRI, sobre todo habiendo Presidente de la República y Gobernador del Estado priistas, no se ve con buenos ojos que alguien se destape y arranque anticipadamente una preprecampaña. “El que se mueve no sale en la foto”.
En el PAN las cosas están peor.
Sin alcaldes en municipios destacados, con un senador no muy bien calificado entre los propios panistas y entre la ciudadanía, con dirigentes chiquitos y exfuncionarios quemados, y muy dividido, el panismo nada parece poder hacer para dejar en el 2018 su lejano tercer lugar.
Es más, ni se me ocurre aventurar nombres de panistas para competir con Enrique Alfaro dentro de tres años.
Ellos además están atados también por sus reglas internas y por las luchas de grupos como para empezar a construir desde ahora una candidatura única y fuerte.
En los dos casos, del PRI y del PAN, el único camino que se ve posible para construir candidaturas fuertes que puedan competirle a Alfaro la gubernatura es que éstas se construyan desde ahora, abiertamente, con transparencia y de cara a la sociedad. Estén esos candidatos en sus filas o fuera de ellas.
Con caballadas flacas en las cuadras priista y panista, lo peor que pueden hacer estos dos partidos es “esperar los tiempos” para elegir a sus candidatos a gobernador.
La experiencia del 7 de junio pasado ya les demostró que darle cualquier espacio de ventaja a Alfaro es entregarle el poder.
Por lo pronto, ni en el PRI ni en el PAN se ve quién pueda competirle a Enrique Alfaro. Mucho menos quién pueda ganarle en el 18.