Confiados o esperanzados, quizás, a que los diputados determinaran la separación del Auditor Superior del Estado de su cargo, y al no suceder así, ahora viene el “ajuste de cuentas” de algunos grupos o corrientes internas en el PRI, como lo refleja la postura de la diputada Rocío Corona Nakamura.
Corona Nakamura es integrante del grupo político que encabeza el ex alcalde Eugenio Ruiz Orozco y con el que se identificó en alguna ocasión al propio auditor Alonso Godoy Pelayo; sin embargo, al parecer, las diferencias y otros motivos provocaron el rompimiento de dicha relación y hoy, ante el conflicto que enfrentó éste último y del que salió bien librado, se pretende aprovechar para saldar “cuentas pendientes”.
La legisladora priista fue la única que durante la reunión de diputados con el dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, puso el tema del Auditor en la mesa, y aunque luego fue secundada por su compañero Luis Armando Córdova, Moreira la paró “en seco” y le dijo que ese tema se quedaba como estaba.
Ante la ahora indignación de Corona Nakamura que reclama que el caso del Auditor sea sometido al pleno del Congreso y sometido a votación -¿deveras ignorará los trámites legislativos?-, nos preguntamos por qué no reclamó ocupar el lugar que dejó vacante su compañero Jesús Casillas en la Comisión de Vigilancia para hacer escuchar ahí su voz.
Durante todos los ocho meses que duró en los medios de comunicación este polémico tema, la voz de Rocío Corona no se escuchó o si habló fue casi como para que no la escucharan. Hoy que la hay una resolución sobre el caso, entonces sí se “rasga las vestiduras”.
Pero, insisto, lo que motiva hoy ese arranque en la diputada Rocío Corona no es cuidar la moral y la honestidad del Poder Legislativo y el servicio público, sino un “ajuste de cuentas” del grupo político.