Hace 24 años, cuando llegó a ocupar la Jefatura del Departamento de Tránsito de Jalisco, Servando Sepúlveda Enríquez dio instrucciones para que se retiraran de la calle a las pocas policías viales con las que contaba la corporación. Ese trabajo, según él, no era para mujeres.
Cuando se le cuestionaba sobre el tema -¿no quiere usted a las mujeres?- respondía con burla que no se trataba de cariño y que hasta los uniformes se les veían mal a las agentes.
Hoy, convertido en Secretario de Movilidad, Servando Sepúlveda vuelve a dar muestras de su aversión al trabajo de las mujeres bajo sus órdenes.
Las únicas dos directoras generales que están en su organigrama han tenido que tolerar el desdén del secretario misógino: no las quiso recibir ni siquiera para que se presentaran cuando fue designado, no ha aceptado acordar con sus subalternas y les ha enviado mensajes de que no quiere tratar con ellas.
Así, Edith Rivera Gil como Directora General de Transporte Público y Ana Laura Chávez Velarde como Directora General de Seguridad Vial han padecido la misoginia del reciclado funcionario, pues al parecer el rechazo a trabajar con ellas no tiene que ver ni con su capacidad, ni con sus resultados ni con los proyectos por realizar, sino simple y sencillamente por ser mujeres.
Edith Rivera ya presentó su renuncia ante el intolerable trato del Secretario.
En este siglo 21, cuando hay un gran esfuerzo por avanzar en hacer realidad la equidad de género, cuando tanto se habla de políticas públicas transversales para garantizar los derechos de la mujer, resulta verdaderamente preocupante que Jalisco cuente con un Secretario como Servando Sepúlveda Enríquez, quien una vez más da muestras fehacientes de menosprecio al trabajo y los derechos de las mujeres.
Malo que desde el gobierno se toleren estas ideas y estas prácticas.