Ha pasado prácticamente una semana desde que Emilio González Márquez apareció a nivel nacional, en el noticiero de López Dóriga, para autodestaparse en la contienda panista por la candidatura a la Presidencia de la República.
Como síntoma de una pésima operación política, hasta el día de hoy, no ha habido ninguna adhesión pública de ningún panista, ni en Jalisco, ni en el resto del país.
Hasta ahora, siete días después, no ha habido uno solo que haya dicho esta boca es mía y voy con Emilio. Ni siquiera un regidor de algún municipio de Puebla, o un ex diputado local de Veracruz, o un dirigente partidista de medio pelo de Guanajuato ha manifestado una mínima emoción con las inquietudes, o ingenuidades, de González Márquez. Es más, para mayor claridad, ni siquiera aquí, en el estado que gobierna.
Como lo ven la mayoría de los dirigentes fuera y dentro del propio PAN, la aspiración de Emilio González va rumbo al fracaso y, si no muestra pronto que tiene algunas adhesiones de importancia, ni siquiera le va a dar para hacer una fuerte negociación a favor de su grupo: recordemos que el control del PAN en Jalisco no lo tiene él.
En estas condiciones, tal vez resulte ocioso seguir especulando quién de los panistas podría convertirse en gobernador interino, porque es altamente probable que Emilio no tenga que pedir licencia a su cargo.