El mejor título para la fotografía que acompaña este texto sería: “López Obrador ordena que Carlos Lomelí y Enrique Alfaro se den un abrazo”. O podría ser éste otro: “Forzado abrazo entre Enrique Alfaro y Carlos Lomelí”. Y quizás éste: “AMLO ordena abrazo entre Alfaro y Lomelí”. Ustedes eligan o pónganle el que más les parezca.

Pero de eso a decir que con éste forzado abrazo, lejanamente voluntario y espontáneo, se da inicio a la reconciliación entre quienes disputaron la gubernatura de Jalisco en 2018, entre la Cuarta Transformación y la Refundación o entre el alfarismo y el lópezobradorismo, es ser demasiado inocente.

Ah, pero hubo medios de comunicación que sin rubor alguno así lo interpretaron. Algunos colegas aplaudieron este gesto obligado entre Alfaro y Lomelí, y lo destacaron como lo más trascendente de la visita de Andrés Manuel a Jalisco.

Pero no sólo eso, sino que este abrazo se gesta con el reclamo presidencial de que ya está harto de la “grilla”, que la “grilla” lo tiene “hasta el copete”, por lo que podemos concluir que el mensaje de López Obrador para el Gobernador de Jalisco y su Coordinador de Programas Sociales en Jalisco es “ya déjense de estar grillando”, de hacer “grilla” o de ser “grillos”. Al menos éste fue el contexto que dio origen al ahora popular abrazo.

La verdad, creo que tiene un mayor y hondo mensaje la fotografía donde se aprecian López Obrador y doña Mariquita tomados de la mano, con silla de por medio, que el obligado abrazo entre dos zorros políticos que saben que ese gesto fue sólo para la fotografía, un gesto de mera escenografía.

Y no más.