“Sólo demoliendo el edificio era posible acabar con esa historia `negra’  de la FEG…”, me subraya uno de los hombres cercanos al gobernador Jorge Aristóteles Sandoval.
– ¿No era posible utilizar el edificio? Había un auditorio, se podía utilizar para una preparatoria o para oficinas…-, le insistí.
– No, estaba muy deteriorado y resultaba más cara su remodelación-, refiere, pero reitera, subraya e insiste en que lo principal era terminar con esa “historia negra”. Si ese inmueble se mantenía de pie, independientemente de que se utilizara para lo que se quisiera, ahí estaría también “de pie”, permanentemente, esa historia “negra” de una organización estudiantil que terminó convirtiéndose en una organización delincuencial.
Mucho se ha dicho en torno a este edificio de la colonia Miraflores que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz entregó al entonces presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), Enrique Alfaro Anguiano, y que la semana pasada simplemente cayó estrepitosamente como la misma organización estudiantil.
Vecinos del otrora inmueble estudiantil tienen opiniones encontradas. Hubo quienes se pronunciaron porque se utilizara como inmueble escolar -secundaria o preparatoria-, mientras otros aplaudieron la decisión de convertir ese espacio en un área verde.
Para el gobierno del Estado la prioridad no era darle un uso a dicho inmueble, sino terminar con una historia “negra” que pintó de “rojo” una parte de esa historia, principalmente a partir de que durante la rectoría de Raúl Padilla López se diera paso a una nueva organización estudiantil, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).
¿Hizo bien el gobierno de Aristóteles Sandoval en derribar este inmueble? Hay quienes consideran que sí, pero otros no sólo opinan que no sino que cuestionan el que haya sucedido de manera abrupta y sorpresiva, de manera sigilosa, hasta que se observó que ahí se llevaban a cabo tareas que se creía eran de remodelación.
Por supuesto que demoler el inmueble sede de la FEG no borra la existencia y lo realizado -bueno, malo y peor- por esta organización estudiantil; es parte de la historia de Jalisco y tendrá su lugar en la misma, desde el momento en que decide no participar en los hechos del 68 hasta los lamentables acontecimientos de los jóvenes asesinados y enterrados ahí en ese terreno.
Será el tiempo, pues, sin duda, el que diga si derribar la sede de la FEG fue lo más acertado para que el objetivo del gobierno aristotelista sea realidad o no. Las voces a favor y en contra serán muchas, pero ahora habrá que esperar que el nuevo escenario que se levante en esta parte de la colonia Miraflores termine por “enterrar” esa historia “negra”.