Llegaron los camiones, las camionetas y los helicópteros a Villa Purificación. El gobernador, los secretarios, subsecretarios, directores generales, ¡todos pues!
Se tomaron muchas, muchas selfies del baño de pueblo.
Era el 12 de septiembre pasado y era el lanzamiento con bombo y platillo del nuevo programa estrella del gobierno de Aristóteles Sandoval Díaz “Vamos Juntos. Conversemos. Decidamos. Realicemos”, allá en uno de los municipios más olvidados del estado.
Vamos Juntos no tiene nada de inédito, como dijo el gobernador en su mensaje, pues está inspirado o calcado en el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) que lanzó hace 26 años, al inicio de su sexenio, el presidente Carlos Salinas de Gortari. Se dice que el despacho del propio Salinas asesora al gobierno jalisciense en la implementación del mismo.
Con el Pronasol se trataba de que la gente, en cada comunidad y municipio, decidiera directa y democráticamente en qué se gastaría parte de los recursos públicos disponibles y que supervisara el buen y eficiente uso de los mismos. Se trataba de equilibrar entre el desahogo de la presión ciudadana y lograr obras de infraestructura de verdadero impacto social.
Había un compromiso pues de compartir las decisiones del gobierno con la sociedad.
Y había un interés electoral escondido. De hecho, gracias al Pronasol el PRI pasó de casi perder la elección de 1988 a tener una mayoría holgada en 1991. Además tendría también un beneficiario: Luis Donaldo Colosio, el “tapado” de Salinas para la presidencia.
¿Les servirá Vamos Juntos al gobernador Aristóteles Sandoval, al PRI y a su candidato a gobernador en el 2018 para recuperar la confianza de la sociedad y ganar las elecciones?
¿Será aún viable y rentable un programa diseñado para el México de hace 25 años?
¿Existe una verdadera vocación del grupo en el poder por la participación ciudadana en las decisiones del gobierno?
¿Quién será el priista a quien se intenta beneficiar en el 2018 con este programa?
Sin duda la sociedad ha cambiado mucho en estos 26 años, y los esquemas de participación que exige van más allá de constituir Comités Ciudadanos (copias de los Comités de Solidaridad salinistas). Además, es evidente el tinte electorero del programa y del repentino gusto que le encontró este gobierno a la participación ciudadana (a mitad del sexenio y luego de perder las elecciones del siete de junio).
Por lo visto al PRI y a sus gobiernos se les acabó, si algún día la tuvieron, la creatividad para encontrar fórmulas de acercarse a la sociedad. Y, por supuesto, para ganar votos.
Al grado que tuvieron que desempolvar en Jalisco un programa inventado hace un cuarto de siglo, en un acto desesperado por tratar de ganar las elecciones del 2018.