Hace poco más de un año -el pasado 13 de abril de 2011-, cuando se descubrió que viajó con el entonces aspirante a la gubernatura Enrique Alfaro Ramírez a Cuba en un avión privado, el consejero electoral Víctor Hugo Bernal Hernández, a través de un comunicado de prensa, señaló:
“El viaje realizado por un servidor de ninguna manera compromete mi actuación imparcial, objetiva y profesional como Consejero Electoral”.
Ahora, tras revelarse que es socio del ya mencionado, pero ahora candidato a Gobernador, Alfaro Ramírez en la empresa Ocean View, Bernal Hernández reitera:
“Dichos vínculos de ninguna manera se traducen en acciones que interfieren en la observancia de los principios que rigen mi actuación institucional…”.
En otro párrafo de aquel comunicado del año pasado, reitera:
“Reafirmo mi convicción de que no se pone en entredicho la credibilidad y la confiabilidad del Instituto Electoral…”.
Y añadió que para enfrentar con éxito el reto que representa la preparación, organización y desarrollo del proceso electoral del 2012, serán “condiciones indispensables la fortaleza y la credibilidad del árbitro electoral”.
Ha pasado ya poco más de un año de aquel escándalo del viaje a Cuba de los amigos Alfaro y Bernal, y ahora a casi un mes del proceso electoral ambos vuelven a ser protagonistas de un nuevo escándalo, sólo que ahora como socios, con lo que creemos que poco abona el Consejero Electoral a aquella condición indispensable que él mismo señaló es necesaria para la preparación, organización y desarrollo del proceso electoral: fortalecer la credibilidad del árbitro electoral.
La sociedad mercantil de Bernal Hernández con un candidato a la gubernatura, poco o nada ayuda a ese propósito de fortalecer y darle credibilidad al Instituto Electoral del Estado, pese a que nos exhorten a creer que eso no tiene nada de malo, que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, que debemos de creerle que ni el viaje ni ahora la asociación con el mismo político influirá en su actuación como parte del árbitro electoral.
No, creemos que no va por ahí, pese a que juren y perjuren que siguen siendo “inmaculados”.