En la lucha encarnizada que han desatado entre sí Andrés Manuel López Obrador y Enrique Alfaro Ramírez, se añade un nuevo ingrediente en donde se pondrá a prueba la capacidad de convencimiento de uno o de otro: el llamado al “voto parejo”.
Es cierto que al interior del partido Movimiento Ciudadano -como lo apuntó ayer en su portal el periódico El Universal-, existe preocupación y se han encedido las luces de alerta por el avance del lópezobradorismo y de Morena en un camino paralelo, mientras que el primero avanza, sino es que ya se estancó, en una sola ruta que es el alfarismo, pues el partido en sí no significa una fuerza como el Movimiento de Regeneración Nacional.
Es cierto que López Obrador ha creído que las encuestas deciden quién será el nuevo presidente o cree que son lo mismo votos que encuestas, razón por la que grita a los cuatro vientos que ya ganó. Por ello, desde tiempo atrás se ha dedicado a pedir a la ciudadanía el voto para los candidatos al Senado, a la Cámara de Diputados, a las gubernaturas y a las diputaciones locales por Morena.
O sea, Andrés Manuel considera que ya no necesita pedir el voto para él y ahora lo reclama para sus candidatos. O sea, le apuesta al “voto parejo”, con muchas probabilidades de lograrlo en no pocos rincones del país, entre ellos Jalisco, donde contra lo esperado Morena se ha convertido en una nueva opción frente al alfarismo, ante la caída del PRI, el nulo repunte del PAN, la inexistencia del PRD y la presencia testimonial del partido Verde Ecologista que, entre paréntesis, pudiera ser el “ganón” de entre los partidos no favoritos.
Ante ésta realidad, Enrique Alfaro ha emprendido también la misma estrategia de López Obrador de pedir a los jaliscienses el “voto parejo”, ante la amenaza de que el sufragio diferenciado no sólo lo lleve a que su partido pierda algunas alcaldías que creían tener ya “en la bolsa” sino a verse rebasado, incluso, en el número de diputados locales que le provoque perder también una mayoría que creían sería fácil de obtener.
Ante éste escenario del “voto parejo”, quien tiene más probabilidades de lograrlo es López Obrador a favor de Carlos Lomelí para la gubernatura y para sus candidatos al Senado y para algunos distritos federales y locales, pues además de la seria competencia que hoy le representa Morena, el alfarismo tiene en comntra el desgaste que ya registran como gobierno, comenzando por el propio Alfaro en Guadalajara.
Por eso los candidatos de MC han recurrido a “colgarse” otra vez de la marca “Alfaro” -que habían desestimado durante la campaña o no lo consideraban necesario-, en sus espots, como aquel donde aparece Verónica Delgadillo y Jesús Pablo Lemus, corriendo el riesgo de que los negativos del alfarismo, además de los propios como es el caso de Lemus Navarro, les sean endilgados y pierdan lo que creen que ganarían.
Así, pues, la historia del enfrentamiento entre López Obrador y Alfaro Ramírez tiene otro capítulo donde ambos estarán a prueba, y ese es el de saber quién logra imponerse en las urnas en aquello del “voto parejo”.
Al tiempo.