Parafraseando al escritor hondureño -nacionalizado guatemalteco- Augusto Monterroso, anteayer escribí en mi cuenta de Twitter lo siguiente:
“…Y cuando despertaron, el Auditor estaba ahí… con edificio nuevo”.
Lo anterior viene a colasión por dos cosas: Uno, porque contra el deseo de algunos -cada vez son menos los obsesionados-, Alonso Godoy Pelayo continúa al frente de la Auditoría Superior del Estado superando los vendavales de quienes quisieran verlo fuera de esta institución; dos, porque sus detractores no pueden aceptar que gracias a las finanzas sanas de la ASEJ, se construye “viento en popa” lo que será su nueva sede y de su propiedad.
Y es que la Auditoría Superior es exactamente la otra cara del Congreso del Estado: finanzas sanas, sueldos y aguinaldos pagados a tiempo a sus empleados -éste último hasta adelantado-; sin deudas que la “ahoguen”, con el personal necesario para la realización de su tarea y con seis distintivos de reconocimiento: Responsabilidad Social, Empresa Incluyente, Igualdad Laboral, Empresa Familiarmente Responsable, Modelo de Equidad de Género y Entidad Certificada ISO 9001-2008.
Los deseos de sus detractores por verl a Godoy Pelayo fuera de la ASEJ no han prosperado porque están basados más en razones políticas y personales que por causas de su propia responsabilidad, aunque para ello se manipule la información y se recurra a la mentira insistente, repetida una y otra vez, para hacerla pasar como verdad por parte de una camarilla frustrada.
En esa andanada que en su contra han desatado sus detractores, ahora se suma el hecho de que haya iniciado la construcción de lo que será el edificio propio sede de la Auditoría Superior, respaldado en la facultad que le otorga la ley como órgano autónomo, con personalidad jurídica propia y el manejo de sus propios recursos.
Valga decir que el actual edificio que alberga a la ASEJ es propiedad del Gobierno del Estado, ni siquiera del Congreso del Estado donde, ahí sí, se ha despilfarrado el dinero y mantienen una administración de espanto.
Pero en su obsesión en contra del Auditor, estos detractores han caído hasta en lo absurdo y lo ridículo.
¿O cómo entender que el dirigente del sindicato de la IP, Oscar Benavides Reyes, critique que una entidad pública construya su propio patrimonio gracias al buen manejo de sus recursos que le han permitido tener finanzas sanas?
“(La construcción del edificio) es otro gesto de cinismo y burla a la ciudadanía”, dijo el obsesionado dirigente sindical a un diario local.
¡El colmo del ridículo!
¿O cómo entender que un diputado como Clemente Castañeda critique que la ASEJ construya su propio edificio, con sus propios recursos, y le pida que no gaste dinero en eso?
“(Clemente Castañeda Hoeflich) afirmó que aunque disponga de recursos adicionales, al ASEJ está obligada a participar en los planes de austeridad que se han implementado en el estado. También señaló que no se justifica la construcción de un nuevo edificio para el órgano fiscalizador”, refirió el mismo matutino, sin poner ninguna declaración textual, entrecomillada, del legislador del Partido Movimiento Ciudadano.
¡El colmo del absurdo!
Sumado a la campaña en contra del Auditor, ese diario publicó hasta el final de la nota, en su edición de ayer, las sensatas declaraciones del diputado presidente de la Comisión de Hacienda, Rafael González Pimienta: “Se vale hacer con las economías, si es para construir el patrimonio; lo que no se valdría es para que lo gastaran en lujos o cosas superfluas (…) De sus economías deben estar destinando (la ASEJ) para generarse su propio patrimonio”.
Así, pues, hoy hay un Auditor Superior que no sólo provoca corajes sino también… frustraciones.
Y las seguirá provocando.
Por eso reitero a sus detractores: “… Y cuando despertaron, el Auditor estaba ahí… con edificio nuevo”.