Habrá quien conformistamente diga que “algo es algo” o que “peor es nada”, mientras otros celebrarán la reducción de recursos públicos estatales que recibirán en 2019 -año no electoral- los partidos políticos en Jalisco,

Sí, esos partidos cuyas cúpulas hoy se pelean las “migajas”; esos partidos que aún no entienden las razones por las que recibieron tan pocos votos, pero suficientes aún para vivir mayoritariamente del erario público, pese a no cubrir las expectativas de la ciudadanía en un proceso electoral donde la participación es bastante alta, pues están en juego la presidencia de la República y las gubernaturas, como es nuestro caso.

El miércoles pasado el Consejo General del Instituto Electoral y  de Participación Ciudadana aprobó su proyecto de presupuesto para el próximo año, en el que 99 millones 646 mil 372 pesos irán a parar a las arcas de los partidos políticos en el estado que mantienen su registro y que contrastan con los 330 millones de pesos que se repartieron en 2017, también año no electoral.

Si, es cierto, la diferencia entre un año y el otro es de 230 millones 353 mil 628 pesos menos, pero ¿se justifica aún que en un año se repartan casi 100 millones de pesos a partidos políticos que posteriormente son sancionados por la autoridad electoral por el manejo irregular de esos recursos que reciben del erario público?

Podría recurrir a la “sobada” comparación de: ¿para qué servirían 100 millones de pesos? Y comenzar a enumerar la cantidad de obras públicas que podrían costearse con esos recursos, pero se me hace chocante hacerlo cuando basta preguntarnos: ¿Y dónde se refleja ese millonario presupuesto en los partidos políticos? ¿En el gasto corriente, pago de sueldos, en un año no electoral? ¿Cuánta gente cobra en un partido político sin hacer nada y está en nómina, mientras lograr entrar a una nómina de cualquier Ayuntamiento, del Congreso o de alguna otra entidad pública?

¿En capacitación? ¡Por favor, no nos hagan reir!

Cien millones de pesos repartidos en un año no electoral. ¿Es mucho o es poco? Todo depende, responderán algunos, pero nadie puede negar que la mayor parte de esos recursos se van en el pago de nómina de muchas personas que su única labor es pasarse horas sentada en las bancas de los pasillos u oficinas de esos partidos o recorrelos un día sí y el otro también, sin ningún beneficio ni tarea alguna.

Hay partidos que se lamentan porque su nuevo presupuesto -claro, si fue de los derrotados-, no les alcanzará ni para pagar su nómina. Bueno, basta que depuren su lista de “aviadores” que en ellos existen y verán que las cosas cambian. Que revisen también sus gastos a comprobar o de representación, y confirmarán que por esos rubros también hay una gran cantidad de “fugas”.

Tan sencillo que hubiese sido reducir al mínimo -un 0.01%, por ejemplo-, los recursos públicos a partidos políticos en años no electorales, cuando a los políticos les interesaba quedar bien con la ciudadanía previo a los comicios de julio pasado.

Pero no, claro que no se iban a dar “una balazo” en la pierna. Y aquellos “independientes” que también promovieron la reducción de las prerrogativas, tuvieron miedo de ir al fondo en su propuesta, pues no fuera ser que les entrara el “gusanito” de convertirse o crear su propio partido político.

Y miren que ya mandaron señales de ésto último, ¿eh?.