Fue mucho escenario para decir adios. Fue mucha escenografía para una obra que ya estaba escrita que así debería de concluir. Fue mucho el derroche de dinero para ponerle punto final a la encomienda que le dieron de subirse a la carrera por la candidatura al gobierno estatal, siguiendo un guión escrito ex profeso que debería de terminar así:
Alonso Ulloa Vélez declinando a favor de Alfonso Petersen Farah.
Y en el guión estaba incluida la muy, demasiado optimista encuesta con la que cubrió ayer su salida y con la que quiso justificarla, pero así como muchos no le creíamos que su aspiración iba en serio, tampoco muchos no creemos en las cifras que ayer reveló, pues no hay forma de asegurar que Ulloa Vélez iba apenas seis puntos abajo de Hernán Cortés y siete de Fernando Guzmán en la intención de voto de los panistas en la zona metropolitana.
Y mucho menos creíble es que en el interior del Estado él superara en este rubro al ex Secretario General de Gobierno y al ex dirigente estatal del PAN.
Pero su encuesta sirve solamente para confirmar aquello que siempre se ha dicho: el que paga… manda.
Podíamos decir que hasta su discurso de ayer era previsible, pues desde que se sumó a los contendientes supimos que su tarea era esa, hacer campaña por un breve lapso de tiempo para terminar reconociendo que el mejor precandidato era Alfonso Petersen Farah y que por ello declinaba a su favor.
Pero durante toda su campaña, Alonso Ulloa cargó con ese señalamiento, con esa marca: de que cumpliría un papel que le encomendó Herbert Taylor Arthur (no nos consta, pero eso andaba en boca de no pocos panistas), quien nunca ocultó su preferencia por Petersen y su aversión por Fernando Guzmán, a quien considera el adversario a vencer.
Así, pues, reiteramos, fue mucho escenario, escenografía y derroche económico para decir: cumplí con mi tarea.
Y, claro, el menos responsable de todo este “teatro” es Alfonso Petersen.