En Morelos, hace algunas semanas en plena calle, la gente le reclamó a gritos la falta de apoyos, lo que lo obligó a acelerar el paso, a que algunos elementos de seguridad le hicieran un cerco, en tanto que otros impedían que la gente se le acercara. El video está en las redes sociales.

Ayer, en su tierra natal, Macuspana, Tabasco, quizás porque consideran que tienen todo el derecho de hablarle sin tapujos por ser paisanos, el presidente Andrés Manuel López Obrador “tronó” ante el reclamo de quienes tenía enfrente porque los apoyos no les llegan.

¿De veras se está acabando la “luna de miel” entre López Obrador y quienes votaron por él o es la protesta normal de una población que aprendió a dirigirse a su gobernante a gritos y en plena plaza pública? ¿O es la expresión de una ciudadanía que en plena plaza pública evidencia a los funcionarios lópezobradoristas que engañan al presidente, haciéndole creer que todo marcha bien?

En pleno uso de la palabra, ante las protestas de su público, Andrés Manuel experimentó lo que en varios momentos enfrentaron los gobernadores de oposición, aquellos que no son de Morena, como le ha sucedido a Enrique Alfaro Ramírez.

Ante estas protestas, López Obrador, en tono molesto y el rostro descompuesto, vivió momentos amargos y amagó con retirarse del evento que encabezaba. Este fue uno de los diálogos que tuvo a gritos:

“¡Me dio mucho gusto estar aquí con ustedes! Ya no voy a poder seguir hablando…! Porque así no se puede… ¡No quiero politiquerías, no quiero grillas. ¿¡Me van a escuchar?! ¡Siiiii…! -¡Nooooo!” -fueron las respuestas. Pero prosiguió- “Quiero decirles que… quiero… ¡No! es que ¡no debe ser así! ¡A la autoridad se le tiene que respetar…!”.

¿Alguien se imaginó que ante la popularidad que aún sostiene López Obrador, íbamos a escucharlo alegar así con su “pueblo bueno”?. Pero no fue el único momento incómodo. Este fue otro:

“¡Parece como si no estuviésemos haciendo nada! Llevamos 14 meses y, a ver, yo les digo: ¿No están recibiendo más del doble los adultos mayores en pensión!? ¿Es lo mismo que antes? ¿No están recibiendo los niños, las niñas con discapacidad su pensión?1”, fueron las preguntas que lanzó a su auditorio, y ante las respuestas encontradas de un “¡Si!” y un “¡No!”, entonces “reventó”:

“¡Ah! ¡Cómo que no! ¡Cómo que no! ¡La mentira es del demonio, es reaccionaria, es conservadora! ¡La verdad es revolucionaria…!”.

Lo que vemos en los videos de este evento es a un López Obrador desesperado, molesto, enojado, indignado porque la población le hace ver en su cara que sus promesas no se cumplen como él quiere hacer creer o como le hacen creer; que su auditorio ya no será aquel que le aplaudía, le echaba porras, que sus palabras eran un “canto” para sus oídos, y prácticamente se le entregaba ciegamente.

Lo sucedido ayer en Tabasco debió alarmar a su equipo cercano y entender que un auditorio como el que enfrentó ahí, puede aparecer en cualquier otro estado del país y quizás hasta pudiese ser más agresivo, porque fueron tantas las promesas y aún es muy alta la expectativa, que en ese grado será igual de exigente.

Si la sombra del movimiento “Un día sin mujeres” lo persigue al grado de que no ha podido colocar un nuevo tema en agenda que desvíe la atención al evento programado para el 9 de marzo, lo que vivió ayer en Tabasco puede ser una señal de que López Obrador comienza a enfrentar a un “pueblo bueno” que ya no está dispuesto a seguir escuchando promesas o que se repartan culpas a “conservadores” o a “fifís”.

Habrá quien pretenda justificar que lo de ayer no pasó a mayores y que no habría que exagerar, pero el paso del tiempo y su encuentro con una población que no ha recibido la ayuda y los apoyos prometidos, podría demostrarnos que “el amor acaba”.

Y si no, al tiempo…