Faltaban dos días para el debate de principios de octubre de 2016, entre Hillary Clinton y Donald Trump; cuando The Washington Post hizo pública una grabación de Trump platicando con el comunicador Billy Bush a la que tuvo acceso.

En ella se puede escuchar a Donald Trump diciendo entre otras cosas: “Sabes, me siento automáticamente atraído a las chicas guapas, simplemente empiezo a besarlas. Es como un imán. Solo besar. Ni espero. Y cuando eres una estrella, dejan que lo hagas. Puedes hacer cualquier cosa. Agarrarlas por la vagina”.

La conversación fue grabada en 2005 sin el conocimiento de Donald Trump, en un camión que los trasladaba a un evento.

Una vez conocida la grabación Trump dio un mensaje: “Lo dije, me equivoqué, y pido perdón”, “Nunca dije que yo era una persona perfecta, ni pretendo ser otra persona que yo mismo”.

Sin embargo en las protestas que ahora se realizan contra Donald Trump, el término  “pussyhat” ha servido para nombrar los gorros rosados que se utilizan por parte de las mujeres, convirtiéndose en un símbolo femenino contra el presidente de Estados Unidos.

En redes sociales la etiqueta #pussyhatproject ha cobrado notoriedad, y el apoyo de mujeres de otros países se ha dejado sentir por medio del envío de gorros rosas a los Estados Unidos desde Reino Unido, Austria o Japón.

Y por supuesto hay artistas famosos que usan “pussyhat”, Patti Smith, Amy Schumer, Krysten Ritter, y los anfitriones del programa de televisión estadounidense The View, fueron de los primeros que aparecieron con sus gorros. Incluso una juez de Texas trabajó con su gorro rosa puesto.

Así pues, para el presidente Trump la preocupación mayor no deben ser los conflictos internacionales en que su boca lo está metiendo, ni las consecuencias económicas que vendrán con sus decisiones; su verdadero problema es tener a las mujeres de su país organizadas en su contra.