Por supuesto que los panistas tienen todo el derecho de festejar y animarse por los triunfos “históricos” obtenidos en las elecciones estatales del 5 de junio pasado.
Pero por supuesto que también están obligados a hacer una análisis muy objetivo del porqué los electores les dieron esos triunfos.
El PAN debe empezar por reconocer que sus victorias, que ni ellos esperaban, son producto del efecto péndulo que en determinados momentos ha beneficiado al panismo y al priismo: los ciudadanos se desencantan del partido en el gobierno, entonces votan por aquel partido que puede vencerlo. Y en muchos casos han sido el PAN y el PRI los que han estado en una condición o en otra.
Muchos ciudadanos votaron por Acción Nacional el domingo pasado porque querían castigar al PRI y a sus gobiernos, y porque no encontraron -ni en los independientes- alternativas mejores para cobrarse el coraje antipriista, no porque quisieran, en positivo, votar por el panismo.
Dicho de otra manera, muchos ciudadanos votaron por el PAN porque lo vieron como la única alternativa para cobrarle al PRI tantos agravios.
No hacer un buen diagnóstico de los resultados obtenidos el domingo pasado puede llevar a los panistas a engañarse a sí mismos y tomar decisiones equivocadas.
Así le pasó al PRI cuando volvió a ganar la mayoría presidencial y la estatal de Jalisco en el 2012. El PRI ha vuelto a perder las elecciones después de ese año porque no cambió, porque no mejoró, porque siguió sin ponerse del lado de la gente y se mantuvo como aliado de la corrupción, de la simulación y de la mentira.
Ahora le toca al PAN tomar la decisión: auto engañarse y creer que los votos que obtuvo este domingo 5 de junio son producto de que la gente ha vuelto a confiar el ellos o aprovechar esta oportunidad para cambiar de verdad y convertirse en un partido que, como espera la ciudadanía, se dedique a combatir la corrupción, la desigualdad, la violencia y la delincuencia.
Porque, aunque apenas han pasado unos días, uno ya ve a los dirigentes panistas en pleno ejercicio del “espejito, espejito, ¿quién es el más bonito?”.