Sólo en el PAN saben el tamaño del daño que les puede hacer el ex dirigente nacional de ese partido, Manuel Espino Barrientos, al haberse aliado al candidato priista Enrique Peña Nieto y comprometerse a buscar y sumar el voto útil de los panistas, por supuesto, a favor del abanderado priista.
Desde que Espino hizo oficial esta alianza ante el propio Peña a la fecha,  se ha desatado un verdadero “linchamiento” de los blanquiazules en contra de quien fue su dirigente… a pesar de que lo expulsaron y de que, por lo tanto, ya no es panista.
La lógica nos indica que el panismo ya no debe de preocuparse por lo que haga o deje de hacer quien violentó sus estatutos lo suficiente para que le fuera aplicada la máxima sanción que puede recibir un militante de un partido político: ser expulsado, sanción ratificada nada menos que por el propio Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial.
Desde ese día hasta hoy, hemos escuchado y leído todos los calificativos habidos y por haber en contra de Espino Barrientos, provenientes de panistas de todos los niveles. Si, es cierto, fue ex dirigente nacional y fue con quien Felipe Calderón, de la mano, ganó las elecciones y llegó a Los Pinos.
Pero hasta ahora, pese a esa extraña reacción virulenta en su contra, no he encontrado argumento alguno que la justifique que no sea el miedo de lo que es capaz de lograr Manuel Espino entre una no poca militancia en el país molesta, inconforme, y quizás hasta rabiosa, con la actual dirigencia que encabeza Gustavo Madero, tras la selección de candidatos.
No son pocos los panistas que quedaron, o se sienten, agraviados por los dirigentes de su partido, y quizás es ahí donde la dirigencia de Madero advierte que Espino encontrará “terreno fértil” para sumar el voto útil a favor de Peña Nieto y, por consiguiente, arrebatárselos a Josefina Vázquez Mota, si es que no pensaban quedarse mejor en casa.
Ayer aquí en Guadalajara, Gustavo Madero se fue por el camino fácil del calificativo a Espino por la decisión tomada él y su movimiento “Volver a Empezar”. “Es una aberración política que alguien que se dice panista apoye a un priista como Enrique Peña Nieto…”.
¿Alguien escuchó ayer a Gustavo Madero decir aquí en Guadalajara que era una “aberración política” que alguien que se dice panista apoye a un expriista y experredista aspirante a la gubernatura, y que además estarían en su derecho si así lo quieren hacer?
¿Alguien escuchó ayer a Gustavo Madero condenar, reprobar y calificar de aberración política el que un militante panista -ni ha renunciado ni lo han expulsado- como Raúl Octavio Espinosa Martínez, pida el voto útil de los panistas para uno de los candidatos de izquierda,  Enrique Alfaro Ramírez?
¡Por supuesto que no!
Raúl Octavio no representa ningún peligro para el PAN, pero Manuel Espino sí, y mucho.
Es el miedo, es el temor del tamaño del daño que puede hacerles al interior del partido Manuel Espino, lo que ha hecho reaccionar así a muchos panistas, empezando por su dirigente Gustavo Madero.
O no se entiende de otra manera ese “apanicamiento”.