En su edición del 5 de julio de 1989, el periódico Excelsior titulaba así su nota principal: “Reconoce el PRI el triunfo de Ruffo en Baja California”. Y la entrada de su primer párrafo decía: “El líder del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, reconoció anoche que la tendencia en los resultados de la elección de gobernador en Baja California favorecen al candidato del PAN, Ernesto Ruffo Appel…”.

Casi treinta años después, el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), le arrebató el poder que el partido Acción Nacional mantuvo por tres décadas en aquella entidad, luego de que su candidato José Oscar Vega Marín prácticamente fue arrollado por el morenista Jaime Bonilla Valdez, dejando al priista Enrique Acosta Fregoso en un lejanísimo tercer lugar.

Hace 30 años, en una copiosa elección estatal celebrada el dos de julio, Ernesto Ruffo le ganó a la candidata del PRI, Margarita Ortega, por una amplia diferencia de 141 mil 179 sufragios, para levantarse con el triunfo al obtener el 52.3 por ciento (204 mil 120 votos) del total de la votación, contra el 41.8 por ciento (162 mil 941 votos) de la abanderada priista.

Ahora, tras gobernar Baja California por tres décadas, el PAN pierde el poder Ejecutivo de aquella entidad que le arrebató Bonilla Valdez con aproximadamente el 57 por ciento de la votación y dejar a su candidato con un lejano 22 por ciento. El porcentaje podrá variar conforme se contabilicen las actas en los distritos electorales y la autoridad estatal haga oficial el nombre del ganador y la cantidad de votos y el porcentaje que representa de esta elección.

Aunque hay voces que consideran importante que el ex perredista Manuel Barbosa haya ganado la gubernatura de Puebla en una elección extraordinaria tras la muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo, el ex gobernador Rafael Moreno Valle -en un accidente aéreo del que aún se desconoce su causa-, la derrota del PAN en Baja California tiene una mayor trascendencia política no sólo porque sucede en el marco de un gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador y cuyo arrastre electoral aún le alcanzó para ganar en estas dos entidades, sino porque es un fiel reflejo de la realidad que vive Acción Nacional en el país y particularmente en entidades donde había impuesto su hegemonía, de 30 años en este caso de Baja California.

Hay panistas que acusan directamente a su correligionario gobernador saliente, Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid de ser el causante de la derrota electoral por el pésimo gobierno que desarrollo durante sus seis años y del que saldrá con señalamientos de haber endeudado a su estado con 4 mil 215.86 millones de pesos en créditos a corto y largo plazo, de los cuales una parte se desconoce en que se uso y la otra fue destinada para fines distintos a los acordados en su contratación, de acuerdo a lo revelado por la Auditoría Superior de la Federación, la que también encontró “deficiencias” en la administración de cuatro Fideicomisos por 419 millones de pesos y pagos en demasía a bancos por 14 millones de pesos.

Para los panistas es un duro golpe perder su principal bastión en el país, conformándose con seguir gobernando el estado de Guanajuato donde suman 23 años al frente del Ejecutivo desde que en 1995 lo ganó el ex presidente de la República, Vicente Fox.

¿Qué efectos tendrá al interior del PAN la pérdida de un estado que se había convertido en su mejor carta de presentación durante 30 años? ¿Quién pagará los platos rotos?

La derrota del PAN en Baja California se registra cuando se considera que este partido puede ser el contrapeso del gobierno federal lópezobradorista; tras la derrota en Baja California y Puebla, ¿tendrán  ánimo y la calidad moral ante sus militantes para cumplir con esa tarea? Al tiempo.