Manlio Fabio Beltrones Rivera presentó ayer ante la Comisión Política Permanente del PRI su renuncia al frente del partido… y varios pusieron sus “barbas a remojar”.
Concretamente quienes ahora serán conocidos como “las viudas de Beltrones”. Todos aquellos dirigentes estatales y delegados, ya no digamos demás miembros del CEN, que llegaron al cargo bajo el cobijo del sonorense.
Hasta ayer por la noche había voces que pedían no aceptar su renuncia, entre ellas las de varios gobernadores y dirigencias estatales, como la de Jalisco.
Pero mientras se confirma si le es aceptada o no, vale la pena hacer una reflexión y análisis con lo que sabemos hasta ahora: que Beltrones renunció.
A diferencia de la explicable pero al mismo tiempo inexplicable renuncia de Agustín Basave Benitez como dirigente nacional del PRD, luego de ganar de la mano del PAN tres gubernaturas donde el PRI nunca había perdido -Durango, Quintana Roo y Veracruz-, la renuncia de Beltrones es más que explicable: siete fuertes descalabros cuando había anunciado nueve victorias de 12 gubernaturas en juego.
El fracaso fue rotundo y las culpas se repartieron. Pero quizás sin necesidad de pronunciarlo, el silencio sepulcral de la derrota demandaba entre los priistas la renuncia de su dirigente, al tiempo que se escuchaban voces que pedían su permanencia, como la de Francisco Morales Aceves en la pasada sesión de la Comisión Estatal Política Permanente.
Pero Manlio entendió las reglas del juego y la decisión del primer priista del país. Ayer, en la sesión de la Comisión Política Permanente dijo:
“La vida y la política imponen retos que no siempre está en manos de uno resolver; pero hay que asumir con responsabilidad las consecuencias. Por ello, en congruencia con mi compromiso de servicio que asumí al tomar posesión al cargo, hoy presento mi renuncia ante esta Comisión Política Permanente”.
Y agregó:
“Es necesario corregir errores y sancionar conductas… es necesario atender las demandas de castigo que se exigen”.
No hay que pensar mucho para saber a qué errores y sanciones se refiere Beltrones y contra quién, particularmente los gobernadores que provocaron con su conducta la caída del Revolucionario Institucional. Pero con la renuncia de Manlio Fabio se va también el mito del animal político más acabado en el país y en quien se había depositado la confianza para regresarle al PRI las viejas glorias del partido invencible. Poco más de un año como dirigente. No más.
¿Cuántas “vuidas” dejará Manlio Fabio con su renuncia? ¿Qué efectos dejará al interior de un partido que no tiene rumbo y que en sus filas no se observa perfil alguno que garantice a futuro un partido con garantía de éxito en el 2018?
Mucho podrá decirse en contra de Beltrones y de su proyecto político que a no pocos priistas hizo creer que con él, el PRI se mantendría en Los Pinos. Razones y argumentos para hacerlo hay de sobra, pero hoy esa militancia tricolor se enfrenta a otra realidad después de la derrota del cinco de junio: un partido sin dirigente, un primer priista del país que no sabe qué rumbo tomar ante los frentes abiertos por él y sus colaboradores y cuya preocupación electoral inmediata será lograr que su estado natal no caiga en manos de la oposición en los comicios del 2017.
A esto hay que agregarle un gabinete que se da “hasta con la cubeta” por “debajo de la mesa”.
Habrá priistas que estén contentos de haber visto caer al “gigante” Beltrones, pero quizás en esa euforia interna no adviertan el sombrío futuro que tienen enfrente. Salvo, por supuesto, que ocurra un milagro.
Pero aún no hay nada dicho. Dejemos que transcurran los tiempos priistas para saber el desenlace de esta renuncia ya esperada, pero aún no concretada.