Mientras la atención nacional se centra en la próxima marcha dominical por el Día Internacional de la Mujer y el movimiento #UnDiaSinNosotras o #UnDíaSinMujeres del día siguiente, lunes 9, en otros puntos del país las alarmas se encienden y dejan ver que en no pocas entidades hay una “mecha” que el grave índice de inseguridad puede provocar que sea encendida.

El asesinato de tres estudiantes de Medicina en Puebla provocó ayer la movilización de más de 100 mil manifestantes, mayoritariamente estudiantes de todas las universidades de aquella entidad, en demanda de justicia para quienes osaron ir a las fiestas en Huejotzingo y perdieron la vida, junto con el conductor del servicio de plataforma Uber.

Lo que ayer vivieron los poblanos es calificado de “histórico” y considerado un parteaguas para el aun joven gobierno del morenista Manuel Barbosa, quien enfrenta la primera gran prueba de fuego que sin duda alguna marcará su sexenio.

A la par de la marcha, reportan, la solidaridad de los poblanos hacia los deudos estudiantiles se demostró tanto sumándose a la multitudinaria manifestación como al apoyo e el reparto de agua o “bolis” a lo largo de trayecto, para contener las altas temperaturas.

El #UnDiaSinNosotras en el país y la marcha estudiantil en Puebla, tienen un mismo origen: la inseguridad pública que nos invade y contra la que las autoridades federales y estatales poco han podido hacer por las más diversas razones, que van desde la incapacidad e indolencia para “tomar el toro por los cuernos” hasta la falta de equipo y recursos económicos para fortalecer a sus cuerpos policiacos, sin ignorar que por el momento la Guardia Nacional ha dejado mucho qué desear.

La marcha de los estudiantes en Puebla debe ser un mensaje para todos los gobiernos estatales, y en Jalisco las alarmas están en luz amarilla.

El asesinato de tres estudiantes provocó la irritación y reacción de decenas de miles de personas que exigen una actuación inmediata y eficaz de las autoridades para encontrar y castigar a los responsables, pero aparentemente la multitudinaria manifestación de ayer no es el fin de esta triste historia que enlutó a la sociedad poblana, no obstante que dos de los jóvenes fallecidos eran colombianos.

Enrique Alfaro Ramírez, al igual que el resto de sus compañeros gobernadores, debe de voltear a ver lo que sucede en la Angelópolis para trabajar y evitar que escenas similares se desarrollen en avenidas y calles de la zona metropolitana. Su antecesor Aristóteles Sandoval enfrentó momentos similares, sin llegar a esa cantidad de manifestantes, tras la desaparición de tres estudiantes en Tonalá como por algunos estudiantes víctimas de la delincuencia común o muertos por atropellamiento.

El ánimo social no está como para creer que la indignación ciudadana, ante hechos motivados por la inseguridad pública, se quedará en casa, en los cafés o en las aulas. No. Puebla ayer dio una muestra de lo que puede hacer una sociedad que se siente indefensa, rehén de la delincuencia, ante la incapacidad de su gobierno de otorgarle la protección necesaria que en campaña prometió.

Reitero: Alfaro y demás gobernadores deben voltear a ver lo que sucede actualmente en Puebla, porque si no después podría ser demasiado tarde.