Julio César Hernández
 El 3 de mayo del año pasado referí en este espacio que en los corrillos eclesiásticos y oficiales trascendió que en El Vaticano instruyeron al cardenal Juan Sandoval Iñiguez a continuar al frente de la Arquidiócesis de Guadalajara por cuatro años más, no obstante que dos años antes había presentado su obligada renuncia al cumplir 75 años de edad.
Si es cierta esta versión -comentada por un hombre allegado al Prelado- han corrido ya dos de esos cuatro año y el cardenal Sandoval entró al tercer año de la ampliación de su gestión, por lo que podríamos decir que el 2011 será la antesala de su despedida definitiva al frente del clero tapatío.
En ambos círculos -el eclesiástico y el oficial-, hay dos versiones sobre las posibles razones del por qué no se le aceptó de inmediato su renuncia: 1. La conclusión del Santuario de los Mártires. 2. El proceso electoral del 2012 donde estará en juego la Presidencia de la República.
Para no pocos, el primero es un argumento más sólido considerando que el Santuario es la magna obra física que heredaría el cardenal Juan Sandoval y qué mejor -si sus proyecciones son exactas- que sea él quien lo inaugure o la vea concluída. Sería un acto de justicia personal que le daría El Vaticano, dicen.
Pero no estarían tan equivocados quienes observan la permanencia del Cardenal con propósitos políticos ante la sucesión presidencial, pues su figura a nivel nacional tiene un peso importante en este terreno, particualrmente en momentos en que gobiernos de izquierda han dado entrada al matrimonio entre homosexuales y adopación de hijos por parejas del mismo sexo.
Y ahí está el pleito que sostiene con el jefe de gobierno del Distrito Federal y potencial candidato del PRD, Marcelo Ebrard Causabón.
Así, pues, ahí están dos razones fundamentales para entender la permanencia del cardenal Sandoval a la cabeza de la Arquidiócesis, consciente de que este 2011 es la antesala de su adiós.