Por Julio César Hernández

Con sus reservas, quizás sea conveniente que los consejeros electorales no elijan al presidente del nuevo Instituto Electoral y de Participación Ciudadana como lo plantean los diputados en la reforma constitucional en materia electoral, pues las diferencias entre ellos se ahondan cuando no se vota por quien finalmente es el elegido.

Durante la última época de lo que fue el Consejo Electoral del Estado, se registró la triste historia de desencuentros, conflictos y diferencias entre el entonces presidente Alejandro Elizondo Gómez y los consejeros Rosa del Carmen Álvarez y Rogelio Campos.

En aquel entonces, Elizondo Gómez contaba con el apoyo, la alianza o la complicidad del resto de los consejeros, con quienes lograba sacar adelante lo que quería sacar adelante.

Ahora somos testigos de una historia casi similar.

Y es que en medio de la polémica de ida y vuelta generada por la decisión de los diputados de relevar a los actuales consejeros electorales, o casi a todos, y por la versión de que éstos están dispuestos a irse con casi tres millones de pesos en la bolsa, el presidente del Instituto, José Luis Castellanos González se le deja ir a la “yugular” al consejero Sergio Castañeda.

Castellanos calificó a Castañeda de desleal al organismo electoral por haber asistido a una reunión de panistas, en donde se acordaron los cambios en el Instituto Electoral, en el marco de las reformas constitucionales.

Este fue el segundo round público entre ambos.

La primera pugna entre Castellanos y Castañeda se registró cuando éste último –identificado con el grupo del ex gobernador Francisco Ramírez Acuña-, adelantó que no habría sanción para los partidos políticos porque presuntamente no habían rebasado los topes de campaña para las elecciones del 2006.

Sin embargo, Castellanos –identificado con el grupo del ex senador Eugenio Ruiz Orozco- salió a contradecirlo y revelar que un estudio preliminar demostraba que sí habían rebasado los topes de campaña y que, por lo tanto, los partidos eran sujetos a ser sancionados.

Ese fue el primer round público entre ellos.

El señalamiento que hace Castellanos en contra de Castañeda no es menor. ¿De veras estuvo el consejero en una reunión con panistas? ¿Quién lo invitó? ¿A qué fue? ¿Por qué aceptó asistir con las sospechas que provocaría en caso de conocerse, como se conoció? ¿De veras ahí se trató el asunto del cambio de nombre al órgano y, por ende, el relevo de los consejeros? ¿Él participó en la elaboración del proyecto? ¿Por eso es que se habla de que uno de los consejeros que sería ratificado es el mismo Sergio Castañeda, quedando inclusive como presidente?

Cuestionado al respecto por Notisistema, Sergio Castañeda dice que él no tiene pugna con nadie. ¿Es esta la respuesta que se merecen los ciudadanos de un consejero electoral? Sería bueno que aclarara los señalamientos en su contra, pues de otra manera su posible ratificación estará marcada siempre por la desconfianza.