Gilberto Pérez Castillo
Si dentro de la Universidad de Guadalajara no se genera un movimiento lo suficientemente fuerte como para arrebatarles a Raúl Padilla y su grupo el control de los órganos de gobierno de la institución, de nada habrán servidor tantas declaraciones y tantos recursos gastados por el gobernador Emilio González en su pleito con el Grupo Universidad.
Desde su llegada al poder universitario, algunos detractores de Raúl Padilla han intentado -sin éxito- crear una disidencia al interior. Pero los años pasan y dentro de la Universidad nada pasa.
Conocedor de los interiores de la institución y del Grupo, el exrector Carlos Briseño Torres realizó el último intento desde adentro de destronar a Padilla López y fracasó también en su intento.
Quienes conocen las estructuras de poder dentro de la Universidad saben que resultaría muy difícil romper desde adentro los hilos del control político que ejerce al interior Raúl Padilla. Esos hilos fueron reforzados a partir de la experiencia con Carlos Briseño.
Desde afuera resulta todavía más difícil emprender la tarea de quitarle a Raúl Padilla el control político de la Universidad, porque existe una ley que regula la vida interna de la institución y ésta juega a favor del exrector y su grupo.
En estas condiciones, es alta la probabilidad de que el gobernador Emilio González -aún con todo el poder que tiene el Gobierno del Estado- fracase en su lucha en contra del Grupo UdeG.
De ser así, el PAN debería estar calculando desde ahora cuál sería el costo político que tendría contar con un grupo universitario poderoso y dolido por el embate emilista.
Y ¿cuál sería el costo electoral de haber propiciado que el Grupo Universidad politizara en su contra a una buena parte de la comunidad universitaria?