Julio César Hernández
Si bien muchas veces hemos coincidido con la postura de los dirigentes de las cúpulas empresariales, hay ocasiones y temas -como éste-, en el que no nos podemos aguantar la risa y ver con tristeza cómo se prestan para ser protagonistas también del “Escenario del Absurdo”, como es el caso del Auditor Superior del Estado.
Para quienes hemos seguido las declaraciones que los dirigentes empresariales han hecho sobre este caso, nos queda claro que se han contagiado del “síndrome” de los políticos o quizás comienzan ya a transformarse tras confesar sus aspiraciones a ocupar un cargo de elección popular como el presidente de la Coparmex, Pablo Lemus Navarro.
O lo que es peor y patético: que hablan sólo porque saben hacerlo, sin conectar el cerebro con la lengua, como es el caso del pobre presidente de la Canaco, Miguel Alfaro.
Y ya no digamos la postura que guarda el coordinador de Cámaras Industriales, quien quizás por “estar a la moda” le entró también a declarar sobre este asunto.
Vayamos por partes, de acuerdo a las declaraciones de los tres dirigentes que hoy se publican en El Informador (¡arriba la declaracionitis!):
A diferencia de declaraciones anteriores, ahora Pablo Lemus dice que independientemente del pago de prestaciones que recibió el Auditor, lo condenable es que se le haya pagado a su suegro por proveer de formas valoradas al Congreso, sin ser impresor, y que por eso debe de irse.
¿De los diputados que decidieron e hicieron ese pago? ¡Nada dijo! Prefirió guardar sospechoso silencio.Vamos, no se ha acordado de ellos. ¡Cástiguese al vigilante, no a los ladrones!
Patética la declaración de Miguel Alfaro, que pide la salida del Auditor sin conocer. Léalo:
“Aunque no conozco (¡!) a detalle los incidentes que cuestionan a Godoy Pelayo ni se han corroborado (doble ¡!), en cualquier institución, como una empresa, estado o ciudad, quien más confianza debe generar es quien tiene la encomienda de asegurar la transparencia en el ejercicio de los recursos…”.
Y de quienes hicieron el “cochinero”, ¡ni se acordó de ellos! ¡Y eso que fueron 40! ¡Castíguese al vigilante, no a los ladrones!
¡Pobres comerciantes organizados que tienen que padecer un presidente como Alfaro!… el de la Canaco, no es el Tlajomulco, ¿eh?.
Y para rematar, Manuel Herrera, coordinador del Consejo de Cámaras, no quiso quedarse fuera del “escenario del absurdo” y actuó con su propio guión:
“No nos corresponde determinar si han sido legales o no esos actos, lo que sí nos toca es pedir que se transparente si hubo o no un ejercicio adecuado de los recursos públicos para tomar las medidas correspondientes y que la sociedad quede satisfecha”.
Manuel Herrera tampoco se acordó que hubo 40 diputados que decidieron el manejo de esos recursos públicos de los que habla. Otra vez: ¡Castíguese al vigilante, no a los ladrones!
No tengo duda alguna que Lemus y Herrera son personas inteligentes, pero no hay duda que también, como los políticos, se “aceleran” frente a una grabadora o un micrófono.