Por Julio César Hernández
En los días que corrieron entre la sesión del Consejo
Político Estatal del PRI y el día en que Javier Guízar
Macías terminó como candidato único, tras la
declinación de los otros once aspirantes que buscaban
la dirigencia estatal de este partido, José García
Ortiz, regidor y dirigente estatal de la CROM, nunca
se opuso públicamente al procedimiento que se
implementó. Es más, ni siquiera se sabe que lo haya
hecho en privado, o sea que se lo haya manifestado a
la dirigencia estatal que encabeza Javier Galván
Guerrero.
García Ortiz nunca reclamó ni señaló que eso fuera
antidemocrático. Simplemente se pronunció a favor de
dos de los aspirantes: José Socorro Velázquez y Hugo
Contreras. Ninguno más le merecía ser presidente del
partido. Inclusive amenazó con renunciar al partido
si el dirigente electo era el ex alcalde de Zapopan,
Ismael Orozco Loreto.
Quizás nunca criticó ni se opuso al procedimiento en
marcha, esperanzado a que el beneficiado fuera
cualquiera de sus dos candidatos: «El Coco» Velázquez
o Hugo Contreras.
Pero le falló el pronóstico y la apuesta.
Ahora, «El Gordo» García Ortiz, como lo dicen sus
amigos dentro del PRI, decide romper toda relación con
la próxima dirigencia que encabezará Guízar Macías e,
inclusive, hasta con la dirigencia que encabeza
Beatriz Paredes Rangel.
¡Vaya decisión valiente de un hombre tan democrático
en su propia central y tan congruente como político!
Ya en serio, ¿tiene José García Ortiz la autoridad
moral para asumir la decisión que tomó? ¿La tiene
alguien que se asegura hizo alianza con candidatos
panistas en las pasadas elecciones del 2006, sin tener
el valor de renunciar a su militancia priista?
¿La tiene quien sin ningún rubor decide entablar
pláticas con la dirigencia nacional del Partido Nueva
Alianza? ¿Puede pedir democracia alguien que negocia
ser incluido como candidato a regidor suplente, para
luego con la fuerza que le da ser dirigente estatal de
la CROM, quitar a quien fungió como candidata a
regidora propietaria a fin de apoltronarse en la silla
de regidor, así, sin ningún rubor?
Esta jugada se veía venir desde que se conoció que él
sería regidor suplente. En su momento se consignó que
era cuestión de tiempo para, fiel a su tradición,
quedarse con la regiduría como propietario.
Sofía Valencia Abundis, secretaria general del PRI,
dijo respetar la decisión de García Ortiz, pero
adelantó que buscaría platicar con él más adelante. La
verdad que intentar eso será perder su tiempo, pues
vaya usted a saber cuál sea el interés del dirigente
cromista.
Por cierto, ¿por qué García Ortiz no le hace el favor
completo a los priistas y renuncia a este partido, en
lugar de simplemente romper relaciones con la próxima
dirigencia?
¿Por qué no toma esta decisión definitiva y termina
por arrojarse a los brazos de cualquier otro partido
con los que se ha acercado?
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