Alfonso Javier Márquez

Es preocupante el control que ejerce la jerarquía católica sobre los dos partidos políticos principales de Jalisco. Del PAN ya no extraña tanto porque va con su escencia de partido, pero del PRI, un partido ¿revolucionario?; resulta extraño que el dirigente estatal tenga que acordar con el cardenal para tirar línea a sus diputados para votar una ley. Que el cardenal opine o es nada raro, pero que le abran la puerta para tomar una decisión trascendente para el estado en un partido en donde no era lo común resulta muy preocupante.

Por un lado, la intervención evidente de la iglesia católica en asuntos públicos es una clara violación a la Constitución mexicana. Por el otro lado, el privar a las mujeres de su derecho a decidir sin siquiera debatir sobre el tema, es mas grave.

Hay que aclararlo, no es que estemos ni a favor ni en contra del fondo del asunto, es decir el aborto. Lo digno de señalar es que para sacar la ley sin broncas le hayan ordenado a las mujeres priistas, como la diputada Gloria Judith Rojas, que se callaran para que no hubiera oposición, sin importar lo que opinen sobre un tema que les afecta principalmente a ellas, a las mujeres.

Es curioso, pero el PRI era ajeno a la iglesia por lo menos en lo público aunque en lo privado hubo gobernadores que le abrían espacio a las opiniones de los cardenales; La admisión pública que hizo el presidente estatal del PRI respecto a lo que habló no solo con el cardenal, sino con la Organización No Gubernamental mas cargada hacia la ultraderecha de México que es Provida a los que les pidió parecer sobre la aprobación de la ley a favor de la vida.

Hoy, con esas actitudes el PRI parece uno mismo con el PAN en lo que a posiciones respecto a la religión respecta lo que en un tiempo electoral como en el que estamos los electores se confunden mas a la hora de tomar sus decisiones.