Por Julio César Hernández
La verdad que no se midieron los dirigentes de las
cúpulas empresariales al arremeter en contra de los
diputados -asunto al que aludimos ayer en otra
entrega-, acusándolos de inhibir inversiones en la
entidad por sus constantes hostilidades hacia el
Ejecutivo.
Y, obviamente, la reacción de los legisladores no se
hizo esperar, acusándolos de lambiscones y hasta
chafas, según palabras del diputado del PRD, Enrique
Alfaro Ramírez.
En su afán por salir en defensa del Ejecutivo, al que
no le señalaron ninguna responsabilidad en este
ambiente de hostilidades y de diferencias entre los
dos Poderes, los empresarios se olvidaron de la
autonomía e independencia tanto de los Poderes del
Estado como de la entidad misma.
Y es que incurrieron en el absurdo de decir que
recurrirían al presidente Felipe Calderón; al
secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña; y
hasta al dirigente nacional del PAN, Germán Martínez,
para que se ponga orden en la entidad.
Mal, muy mal andan los señores empresarios, porque en
los asuntos que han sido motivo de diferencias entre
Legislativo y Ejecutuvo y, particularmente, entre los
grupos panistas, nada tienen que ver ni Calderón, ni
Ramírez Acuña ni Martínez Cázares.
Luis Fernando Jiménez Aguayo matizó al decir que no
quieren un Congreso sumiso, sino que quieren uno
independiente, y un Ejecutivo al que dejen trabajar.
Qué curioso que el presidente de la Coparmex no exigió
que los jaliscienses queremos un Ejecutivo que no
actúe a base de ocurrencias, pero sí que respete la
decisión del Legislativo, en el marco de la
independencia de Poderes.
Ah, que señores empresarios.

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