Enrique Alfaro Ramírez, el candidato a Gobernador los partidos Movimiento Ciudadano y del Trabajo, se enredó en su propio laberinto y ahora -cuando ya se agotó un tercio del período de campaña y le quedan sólo dos meses- empieza a mostrar esa intolerancia que siempre le reaparece cuando está en condiciones desesperadas.

Aunque se empeñe en repetirlo, por supuesto sin probarlo, que va en segundo lugar en sus encuestas, lo cierto es que sus probabilidades de triunfo a estas alturas de la campaña son casi imposibles. La experiencia nos dice que si alguien no muestra sus encuestas es porque simple y sencillamente éstas no existen o no le favorecen.
Enrique Alfaro cometió una larga serie de errores, que lo tienen en un lejano tercer lugar de las preferencias electorales de los ciudadanos -en riesgo de quedarse en cuarto lugar, después de Fernando Garza del PRD-, entre los que destacan:
1. Romper con el PRD.  En su obsesión por explotar electoralmente su pleito político-personal con Raúl Padilla López, el jefe del Grupo Universidad de Guadalajara-PRD, Alfaro y su equipo hicieron un cálculo equivocado y se creyeron que romper con la dupla UdeG-PRD les traería una oleada de simpatías y votos, así que decidieron romper la alianza con el PRD Jalisco y jugar únicamente con los partidos Movimiento Ciudadano y del Trabajo.
La ruptura no sólo le acarreó a Alfaro perder la fuerza electoral mayoritaria de la izquierda en el estado, sino que además generó una gran confusión entre los electores izquierdistas, incluidos los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, muchos de los cuales identifican al PRD como el partido paraguas de la coalición de las izquierdas. Por supuesto, en dicha confusión, muchos de los votos que pudo haber cosechado Alfaro serán para el PRD y para su candidato Fernando Garza.
Además está ruptura le generó un distanciamiento a Enrique Alfaro con la dirigencia nacional del PRD, que se quedó sin entender los motivos de la ruptura de la coalición.
Y, por si fuera poco, esta ruptura le dio toda la libertad al grupo UdeG-PRD de operar abiertamente en contra de Enrique Alfaro, al ya no ser éste el abanderado del PRD.
2. Descuidar a las bases de las izquierdas. En su afán de crecer su movimiento y aumentar sus probabilidades de triunfo Enrique Alfaro desdeñó a las tradicionales bases de las izquierdas en Jalisco, mismas que le ayudaron a ganar en Tlajomulco y a crecer su movimiento en el estado.
Los grupos de apoyo de López Obrador (MoReNa) y los simpatizantes de los diferentes partidos de izquierda han visto como Enrique Alfaro se dedicó casi de tiempo completo a tratar de enganchar priistas resentidos con su partido y empresarios pequeños y medianos, para convertirlos en candidatos a los principales cargos de elección popular que estará en juego en julio de este año en Jalisco.
Ante este desdén, sumado a la ruptura con el PRD, una buena parte de la izquierda en Jalisco ya no se siente representada por Alfaro Ramírez o por lo menos está sumida en una gran confusión.
3. Sobreestimarse. Ahora Enrique Alfaro se está dando cuenta que en realidad es una figura política de la zona metropolitana, no de todo el estado.
Entre otras cosas, para ganar una elección estatal, se necesita contar con una mínima estructura territorial que impulse el crecimiento de una candidatura en todas las regiones del estado. Y Enrique Alfaro no cuenta con esa estructura fuera de la zona metropolitana y, por supuesto, ésta no construye de la noche a la mañana.
De tanto repetirles a los demás eso de que “Alfaro es un fenómeno político”, los alfaristas acabaron creyéndosela y pensando que todas las regiones de Jalisco se levantarían, así nomás, a seguir a Alfaro en su aventura política. Pero esto no sucedió.
4. Subestimar el tema de los recursos. Al romper con el PRD, Enrique Alfaro renunció a los recursos económicos que ese partido tiene para campañas electorales y a la pauta de spots de radio y televisión con que cuentan los perredistas.
Sin un acceso mínimo a la radio y, sobre todo a la televisión, difícilmente se puede aspirar a ganar una elección de Gobernador de Jalisco, mucho menos si se arranca la campaña en un lejano tercer lugar.