Gilberto Pérez Castillo
Al ver la virulenta reacción que han mostrado en contra de los alcaldes de Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque, cuesta trabajo creer que a los dirigentes empresariales tan sólo los mueve su interés por la movilidad.
Sobre todo si consideramos que han habido otros proyectos que se han caído y muchos otros millones de pesos que se han perdido, sin que éstos muestren tanta combatividad.
Tal vez porque su ego fue herido -porque creían que ser los hombres del dinero les da para gobernar sin ser electos-, o quizás porque quieren mantener viva aquella tradición que ordenaba que a un gobernador no se le dice que no, o porque algunos de ellos o de sus agremiados cercanos se beneficiarían directamente o indirectamente del negocio del Macrobús, pero lo cierto es que la reacción de los dirigentes empresariales fue un tanto desproporcionada si la comparamos con otras de sus actuaciones.
Llegar a las amenazas abiertas en contra de los alcaldes (“estamos contra ustedes”: José Palacios Jiménez) y entrarle con todo a descalificarlos mediante spots en radio y televisión demuestra un comportamiento por lo menos anormal.
¿Dónde estaban las cúpulas empresariales cuando el gobernador Alberto Cárdenas Jiménez detuvo el crecimiento del sistema de Tren Ligero?
¿Por qué no la emprendieron con spots contra el gobernador cuando uso el dinero de los jaliscienses para financiar telenovelas?
¿Por qué no le han reprochado a Emilio González su ineficacia como gobernador?
¿Por qué no le exigen al gobernador que presente un verdadero plan integral de movilidad, como ahora se lo piden a los alcaldes metropolitanos?
Por alguna razón, que el tiempo aclarará, los dirigentes empresariales se prestaron a hacerle el trabajo sucio al gobernador y tomaron partido. Al hacerlo metieron a sus organizaciones al terreno de la lucha política partidista.