Gilberto Pérez Castillo

La clase política jalisciense no pinta en el escenario nacional. Ni en los tiempos del priismo, ni el la nueva era del panismo los político de Jalisco han alcanzado la altura y las dimensiones suficientes como para ser tomados en cuenta en las grandes ligas de la política mexicana.

En la etapa post revolucionaria sólo un jalisciense, Javier García Paniagua, estuvo cerca de convertirse en Presidente de la República, pero un colimense criado en el DF, Miguel de la Madrid Hurtado, resultó el ganador en la sucesión de José López Portillo.

Otros dos jaliscienses priistas, pero criados en la Ciudad de México, Sergio García Ramírez y Enrique Alvarez del Castillo, llegaron a ser titulares de la Procuraduría General de la República.

Otros, como Guillermo Cosío Vidaurri, Jorge Lepe García e Ismael Orozco Loreto fueron sub secretarios en el gobierno federal y dirigentes importantes del PRI en el Comité Ejecutivo Nacional.

Algunos jaliscienses, Rafael González Pimienta y Oscar Navarro Gárate, hubieran figurado en el gobierno de Luis Donaldo Colosio, pero el atentado de Lomas Taurinas les cambio la historia.

Pero luego de probar algunos sorbos de las mieles del gran poder político nacional los políticos priistas de Jalisco acababan regresándose una y otra vez a las tierras que los vieron nacer a hacer política de provincia.

En la nueva etapa del PAN, los políticos panistas jaliscienses parecen destinados a repetir la historia que ya escribieron sus homólogos del PRI.

Alberto Cárdenas Jiménez llegó a ser secretario del Medio Ambiente, pero su designación pareció deberse más a la falta de cuadros del primer gobierno de Acción Nacional que a verdaderas cualidades políticas o medioambientales del ex gobernador. Su participación en la elección interna del PAN para elegir al candidato a la Presidencia de la República quedó más en mera ocurrencia que en contienda en serio. Y una vez terminado el proceso, el zapotlense volvió también al terruño a hacer política provincial.

Herbert Taylor Arthur también fue y vino del Plan Puebla-Pánama y lo mismo hizo Alonso Ulloa de la coordinación de la agenda en la Presidencia de la República.

Aún falta por hacer una evaluación completa del trabajo de Sergio Alejandro García de Alba Zepeda y de Francisco Mayorga Castañeda, actuales secretarios de Economía y de Agricultura y Ganadería del terminal gobierno de Vicente Fox.

LA NUEVA OPORTUNIDAD

El que el gobernador Francisco Ramírez Acuña haya sido el destapador de Felipe Calderón Hinojosa, que Tarcisio Rodríguez Martínez sea su compadre, que Abraham González Uyeda haya sido un eficiente coordinador de Logística de la campaña presidencial parece que no será suficiente para que alguno de estos personajes alcance un espacio en la primera división del Gabinete de Calderón y le den a Jalisco otro secretario de estado.

En el entorno nacional parece no haber un papel protagónico para algún político panista de Jalisco y todo parece indicar que habremos de conformarnos de nueva cuenta con espacios de sub secretaría para abajo.

En el ambiente parlamentario tampoco se ve un papel protagónico de la numerosa representación de legisladores panistas jaliscienses. Nuestro paisano Antonio Muñoz Serrano, por su elevada estatura, sólo les gustó para ser considerado como guarura improvisado del Presidente Fox, en el caso de que éste lograra entrar al Palacio Legislativo el primero de septiembre para leer su informe anual.

Pero, independientemente de los cargos que alcancen los panistas de Jalisco en el gobierno de Felipe Calderón, lo cierto es que los veremos semana tras semana, como buenos políticos de provincia, aterrizando en el aeropuerto de Guadalajara, alejándose de los ambientes donde se hace la política nacional del primer nivel.

No es cierto que sea el canibalismo y la desunión lo que impide que los políticos de Jalisco trasciendan en el escenario nacional. Es su provicianismo que los jala al terruño lo que les impide escalar en la política al alto nivel.

*Publicada en el Semanario Crítica, edición del 11 de septiembre de 2006.