Por Julio César Hernández

Cuando asumió la alcaldía de Tonalá, Jorge Vizcarra Mayorga se quejó de la deuda que le dejó su antecesor, el priísta Palemón García Real. Durante varias semanas fue el tema de sus discursos y declaraciones. En cuanto medio de comunicación se presentaba, el lamento era por la larga lista de acreedores que tocaban la puerta del Palacio Municipal.

Por azares del destino, a siete meses de haber llegado a la presidencia municipal tonalteca, la administración de Vizcarra Mayorga aprueba adquirir una deuda por 500 millones de pesos, pagaderos a 20 años, endeudamiento que le ha generado no pocas críticas y reproches, dada las condiciones económicas del propio Ayuntamiento.

Y es que, además, la forma en que aprobaron el endeudamiento dejó mucho que desear: en una sesión extraordinaria y a puerta cerrada. “En lo “oscurito”, pues. Sin embargo, Jorge Vizcarra está convencido de que dicha deuda es para bien y que no le generará mayores problemas a las próximas administraciones municipales que tendrán que hacer frente a la misma.

Cuestionado sobre esta deuda -aprobada el pasado martes tres de julio-, Jorge Vizcarra respondió: “Nosotros queremos que a la gente le quede claro que no venimos a robarnos ese dinero, venimos a invertirlo en obras de infraestructura que, a corto o mediano plazo, se van a ver reflejadas en sus comunidades y no que se endeuden y que no se vean las obras por ningún lado. Eso sí molesta y me molesta como ciudadano, independientemente que sea presidente municipal. Pero para nosotros el compromiso es la transparencia en la aplicación de los recursos. No somos rateros ni matones ni tarugos”.

Ante las críticas y cuestionamientos a este alto endeudamiento, Jorge Vizcarra deberá tener cuidado de no caer en el discurso populista y demagogo del “no somos rateros…”, porque si bien él puede tener todas las mejores buenas intenciones y el compromiso del buen manejo de esos recursos, corre el riesgo de que sus colaboradores, quienes sean, no respondan en el mismo tenor.

Si él aclara que “no somos rateros ni matones ni tarugos”, es porque sabe que “la burra no era arisca, sino que la hicieron”, y que finalmente la desconfianza ciudadana aparece cuando del manejo de los recursos públicos se trata, de parte de nuestros funcionarios públicos. Y la cifra del endeudamiento no es menor.

Creemos que para acabar con cualquier especulación y al mismo tiempo generar confianza entre los tonaltecas, particularmente, el alcalde Vizcarra debe de precisar puntualmente en qué se va a invertir cada peso de esta deuda y que la misma inversión se efectuará con total transparencia que no dejará lugar a dudas de que hubo “beneficiados” en la adjudicación de las obras.

Sólo así podrá ir acallando aquellas voces que cuestionan el endeudamiento, aun y con el riesgo que significa ser considerado el municipio más endeudado del país.