Por Julio César Hernández
 
Quizás en estos momentos -llegaría alrededor de las 17:00 horas-  el cuerpo de don Rafael Sánchez Pérez ya reposen en la funeraria Eternity, de López Cotilla y General San Martín, donde sus familiares, correligionarios y amigos estarán acompañándolo, pidiendo por su eterno descanso.
 
¿Quién no recuerda a Rafael Sánchez Pérez, quien en su papel de secretario del Ayuntamiento de Guadalajara, cuando la capital la gobernaba Francisco Ramírez Acuña, “destapó” el escándalo de los gastos de Maribel Alfeirán de Coll, como presidenta del DIF tapatío?
 
¿Cómo no recordar a Rafael Sánchez Pérez que como diputado y presidente de la Comisión de Inspección -aquella que revisaba o tenía la última palabra sobre las cuentas públicas-, hizo renegar, preocuparse y a más de uno angustiarse, cuando de hablar de estas cuentas se trataba, presumiendo posibles irregularidades?
 
¿Con cuántos diputados de la oposición, y en ocasiones hasta con algunos panistas, se enfrascó en “deliciosos” enfrentamientos verbales, sabedor de que poseía una fina ironía, y de la que no dudaba echar mano para “puntillar” a sus adversarios.
 
La personalidad propia es lo que hace particular a nuestros hombres públicos, y don Rafael Sánchez Pérez la tuvo.
 
Fue un hombre -humano al fin-, con virtudes y defectos; con aciertos y errores. Pero imposible de quedarse callado a la primera provocación. Y si no, que lo digan sus adversarios.
 
Con todo esto, Sánchez Pérez será objeto de un homenaje mañana -si no estamos mal, a las diez horas-, en el recinto legislativo del Congreso del Estado.