Por Hugo Luna

La creación de nuevos empleos no es una prioridad para el Gobierno de Emilio González. Ocupa un espacio en el discurso, en la retórica, pero la política de desarrollo económico esta concentrado en una legislación laboral caduca, una burocracia sobreprotegida, deuda pública, un sistema tributario desestimulador de la inversión, tasa de desempleo y un subsistema educativo rezagado e inoperante.

No hay empleo para los jóvenes, tampoco para los mayores de 35 ni para miles de personas que viven en todos los rincones de la entidad. Decenas de familias jaliscienses no encuentran respuesta en una política que ofrece curas homeopáticas para males mayores. Afortunadamente no se resignan. Migran a Estados Unidos o nutren la economía informal.

Emilio no ha entendido el tema. En Casa Jalisco no han mostrado sensibilidad. Designó a un secretario de Promoción Económica timorato y miope. Es un retroceso si se compara con José Ramón Robledo. El problema es que seguimos atrapados en un paradigma que no sirve para generar empleo de calidad.

Los ortodoxos proponen reducir los costos de contratación y despido. Afirman que ayudaría también a reducir la carga económica relacionada con las prestaciones. Omiten que esto ha ocurrido desde hace varios años.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) propone involucrar al Banco Central en el otorgamiento de créditos para fomentar el empleo; apoyar las inversiones que se vinculen con Pymes; crear un fondo público para desempleados que sustituya los altos costos de despido para las empresas y mejorar la inspección laboral. No es un tratado comercial, pero destaca la necesidad de cambiar. Hay otras formas de hacer las cosas. Vale la pena intentarlo porque en empleo vamos por el rumbo equivocado. (Hugo Luna)