Por Hugo Luna

 

La irrupción de algunos simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la Catedral Metropolitana, no es algo fortuito. Todo se genera en los inicios de la carrera presidencial, Andrés Manuel López Obrador había hecho un pacto político con el Cardenal Norberto Rivera: la Iglesia Católica con su fuerte presencia y poder de influencia con los electores sería neutral en la sucesión de la presidencia.

 

Andrés Manuel y el cardenal Rivera construyeron una cercana y pragmática relación política. El purpurado empleaba su influencia entre la curia católica para acercar y cabildear las aspiraciones de López Obrador, por su parte el jefe de gobierno capitalino gestionaba y apoyaba “asuntos” de la Iglesia.

 

Frutos de esa relación lo fueron por ejemplo: el gobierno del DF cedió a la Basílica de Guadalupe terrenos, propiedad de la ciudad, y transferidos a un fideicomiso para construir un complejo turístico y de servicios para millones de peregrinos que visitan ese santuario.

 

Otro más fue: en su momento López Obrador se encargó de frenar en la Asamblea Legislativa iniciativas y leyes que trastocaban a la moral católica, y ordenó a la mayoría de los asambleístas del PRD “congelar” proyectos como las uniones gay, la eutanasia y la despenalización del aborto.

 

Era una relación de mutua conveniencia. Y lo fue hasta que la competencia en la elección presidencial se hizo cada vez más cerrada y comenzó la polarización. La jerarquía católica en su gran mayoría se inclinó por la opción con que históricamente se ha identificado: la derecha panista.

 

La supuesta “neutralidad” ofrecida por Norberto quedó rebasada. En la lucha encarnizada, además de alinearse con los grupos de poder ha los que está ligada empresarios y organismos de derecha.

 

Este escenario en Jalisco no esta aislado, la intromisión del Cardenal Juan Sandoval en asuntos de política cada vez es notable. Hay que recordar que hace algunos años vecinos de la colonia Cuauhtémoc en el oriente de la ciudad se opusieron a la construcción de un templo en un espacio destinado para áreas verdes y canchas deportivas.

 

El Arzobispo Sandoval presiono a los colonos a través de la autoridad municipal encabezada en ese momento por Fernando Garza Martínez. Niños, jóvenes y adultos resistieron los embates oficiales y mediáticos a través de su periódico oficial.

 

Días después, estas mismas familias aprovecharon la visita del jerarca a una parroquia cercana para hacerle del conocimiento que no cederían ese especio público.

 

Otra muestra de intromisión de Sandoval Iñiguez, lo son declaraciones a favor del cambio de placas y el incremento al refrendo vehicular. Todas las ocurrencias del gobierno local que van en contra de los bolsillos de los jaliscienses, el Cardenal Sandoval las bendice con expresiones de agrado.

 

Ojala que un día de estos no se asuste o se llame ofendido por que más de algún ciudadano le reclame sus posturas incongruentes y descabelladas. Y de paso algún grupo haga acto de presencia en la Catedral para manifestarse.

 

El riesgo que encierra estas confrontaciones es que radicales los hay en todos lados y en todos los bandos. El resultado de esas fatídicas combinaciones entre religión y política lo conocemos de sobra.