Julio César Hernández
Quien crea que los “amarres” que acordaron los paquistas y emilistas en Guadalajara y Zapopan para el triunfo de sus respectivos candidatos a los comités municipales, Carlos Tiscareño y Héctor Varela, habla de una alianza con miras a la elección de candidatos al 2012, está equivocado.
Lo sucedido en estos dos municipios no es sino una demostración más de que el pragmatismo es la brújula que guía la actuación de los panistas.
Y es que si bien en Guadalajara Miguel Raygoza -impulsado por los emilistas-, pretendía jugarle la dirigencia municipal a Carlos Tiscareño -impulsado por los paquistas-, con tiempo sus promotores advirtieron que éste tenía el apoyo mayoritario de la membresía, y esto se demostró con la votación de ayer: 1 mil 317 para Tiscareño y 232 Serguio Lara.
Pero Raygoza y sus impulsores prefirieron ir juntos y lanzar un mensaje de “unidad” (así, entre comillas).
Lo mismo sucedió en Zapopan, donde los paquistas nada más no lograron sacar un buen candidato que le diera la pelea al ganador Héctor Varela.
Primero impulsaron a Mauricio Sandoval, pero a medio camino lo “bajaron” para “subir” a Salvador Plascencia, “El Catrín”. Sin embargo, la imagen pública de Plascencia puso a “temblar” a varios panistas, según contaron ellos mismos, y entonces pretendieron volver a impulsar a Sandoval, pero éste les hizo el “feo” y no aceptó.
Ante ello, a los paquistas no les quedó otra que reconocer su minoría en Zapopan y “amarrar” la alianza con los emilistas Diego Monraz, Antonio Gloria y Maricarmen Mendoza para hacer ganar a Héctor Varela con 756 votos, por 422 de su más cercano perseguidor, Salvador Plascencia, seguidos de Rocío Morgan con 130 sufragios.
Así, fue, pues, como se “tejió” la alianza temporal entre paquistas y emilistas. Ahora la lucha que sigue será la de las candidaturas a las alcaldías, donde difícilmente irán juntos… por ahora.