Por Julio César Hernández

El diputado Alfredo Barba Hrnández, como dirigente de la Federación Regional de Obreros y Campesinos (FROC) y militante del PRI, tiene todo el derecho de pedirle, solicitarle o exigirle al dirigente electo, Javier Guízar Macías, un espacio en el próximo comité estatal para poner ahí a quien él quiera, llámese Miguel Castro Reynoso o como se llame.

La misma libertad la tiene Rafael Yerena, de la CTM; José García Ortiz, de la CROM; Antonio Álvarez Esparza, de la CROC; Teodoro Ramírez Serna, de la CGT; Gabriel Ponce, de la CNC; Javier Gamboa, de Unidad Revolucionaria; Julio César Martínez, del Frente Juvenil Revolucionario; Gustavo Iñiguez, del Movimiento Territorial; y la dirigencia de las Mujeres Priístas.

Sin embargo, ya lo advirtió el senador Ramiro Hernández García en la entrevista que nos dio el fin de semana: si (Guízar) le da a uno, le tiene que dar a todos.

Así, si en verdad el dirigente electo le entregó la secretaría de Elecciones a Barba Hernández –como éste aseguró- para que ponga ahí a Castro Reynoso o a quién quiera, entonces es válido preguntarse a qué sector u organización le entregará las secretarías de Organización, de Gestión Social y la de Finanzas.

Y, bueno, hay priístas que dicen que si le entregó la secretaría general –con Patricia Retamoza- al Grupo Universidad, ¿por qué no puede entregarle otra secretaría a sectores y organizaciones eminentemente priístas?

He ahí el dilema para Guízar Macías.

Y si a José García Ortiz, dirigente de la CROM, le dará la investidura de “presidente adjunto” –figura que no existe en la estructura del PRI-, que no nos extrañe entonces que ahora la dirigencia se llene de “presidentes adjuntos”, como otrora se llenó de “secretarios adjuntos”, que, como dijera el propio García Ortiz, nadie sabe para qué sirven ni qué función cumplen, más allá de que anden presumiendo que tienen ese nombramiento.

Así, si Barba Hernández reveló públicamente la negociación que logró –al igual que García Ortiz- con Guízar Macías, éste está obligado a aclarar públicamente si es o no cierto, pues su discurso público para la militancia fue en sentido contrario a este tipo de negociaciones.