Por Hugo Luna

La planeación la definen los académicos como un instrumento para dar orden a las acciones del gobierno, con el objetivo de establecer estrategias que incidan sobre el desarrollo económico y social equitativo. En este sentido, dentro de la planeación local debe existir cabida para todos los actores que interactúan en la vida económica.

En Jalisco, los municipios del norte son lo más subdesarrollados en todos los sentidos mientras que la región del sur es más pujante, su dinámica financiera radica en la riqueza natural de la zona.

Dentro de este contexto, las zonas rurales jaliscienses, donde se concentra una buena parte de la pobreza y la marginación, se han convertido en territorios aislados de la dinámica estatal, creciendo con ello los problemas estructurales que originan dicha situación socioeconómica adversa.

Lo anterior se debe a que la dispersión poblacional dificulta la generación de economías de escala, tanto para la provisión de servicios públicos, como para la explotación del propio potencial económico de toda la localidad. Asimismo, las características de aislamiento de buena parte de las comunidades pequeñas hacen que sea muy costoso llevar servicios de infraestructura básica a las mismas.

De esta forma, los habitantes de las comunidades dispersas y aisladas enfrentan un fuerte problema estructural como resultado de la falta de infraestructura y servicios públicos básicos, desencadenando con ello círculos viciosos de pobreza, marginación, escasas oportunidades de empleo, y baja productividad y consumo.