Gilberto Pérez Castillo

Salvo las ambiciones de alcanzar el poder a través de su partido, prácticamente no hay algo que sea un factor de unidad entre los priistas.

Por eso se entiende que al día de hoy, doce años después de que perdieron el poder en Jalisco, todavía no adivinan cómo reemprender el camino de la reconstrucción de un partido que se les sigue cayendo en pedazos.

También esto explica por qué por estos días los del PRI se la pasan viendo hacia adentro y hacia el pasado en lugar de ver hacia afuera y hacia el futuro. Sus pleitos internos ligados a su hambre de venganza por no haber alcanzado el poder los mantiene y los mantendrá atrapados en el pasado.

Quienes militan en el PRI hace tiempo que perdieron la brújula ideológica y programática, por lo que la ideología no es ya un elemento que sirva para mantenerlos unidos. Los priistas pasaron de creer en la llamada ideología de la Revolución Mexicana (que nunca quedó claro qué era), a dar bandazos desde la izquierda cardenista o echeverrista a las derechas de Avila Camacho o de Miguel de la Madrid, hasta llegar a un punto en que mejor dejaron de preguntarse qué ideología profesan. En los años recientes a los del PRI no les queda claro si están a favor o en contra del ejido o si quieren o no privatizaciones en el sector energético.

En estos momentos costaría un enorme trabajo conseguir que un grupo de priistas pudiera definir de manera común cuáles son los ejes rectores de la ideología de su partido: qué defienden, contra qué están o cuál es el rumbo de país que promueven.

No hay una idea clara entre los priistas acerca de si son un partido de izquierda, de centro o de derecha. Así de grave.

El problema de los del PRI es que la ideología es el factor fundamental que logra la unidad de los militantes de un partido y que además permite a esos militantes traer a más simpatizantes y adherentes a la causa. Cuando existe una ideología clara en un partido, existe un objetivo común que hace que las diferencias internas puedan ser superadas, pero cuando se carece de una guía ideológica se carece de norte y se navega sin brújula.

Salvo que se esté en el poder, sin ideología no puede haber partido por mucho tiempo.

Así, el PRI se está quedando solo porque muchos de sus militantes ya no saben que significa ideológicamente ser priista y porque los ciudadanos que no militan en él no pueden entender por qué habrían de decidir afiliarse a ese partido.

La falta de objetivos comunes, haciendo a un lado la búsqueda del poder por el poder mismo, hacen que los priistas también se la pasen peleándose por los despojos que les quedan, como la Coordinación de los Diputados Locales que se disputan como a un gran tesoro, y que cometan actos de absoluta locura, como esa de expulsar a los que hace tiempo ya habían renunciado a sus filas.

Sin rumbo claro y sin sentido ideológico:

¿Qué diferencia hay si Javier Galván se queda como presidente o si lo sustituye cualquier otro?

¿Qué importa si el coordinador de los diputados locales es Galván o Jorge Arana o Abel Salgado?

¿Qué diferencia hay si los tres sectores se mantienen o si desaparecen?

¿Habrá alguna diferencia si hay cambios en las dirigencias de los sectores o si se mantienen los mismos?

¿Tendrá algún efecto el documento auto crítico que la comisión respectiva elaboró y que dejó adentro más inconformes que conformes?

¿Dejará algún beneficio que expulsen a quienes ya habían renunciado voluntariamente hace meses al partido?

¿Servirá de algo que el Icadep convoque a los que se fueron para que digan por qué se fueron?

¿De qué servirá la próxima Asamblea Nacional?

¿Qué beneficios traerá una renovación de dirigencias municipales y distritales?

A pesar de tener doce años en la oposición en Jalisco, y tener por lo menos otros seis años por delante fuera del gobierno, los priistas todavía no tocan fondo porque no saben cuál es su problema central.

Los priistas no se han dado cuenta que lo único que los unía era el acceso al poder a través de su partido.

Y ahora que no tienen el poder, los priistas tampoco han podido darse cuenta que entre ellos hay más cosas que los separan que las que los unen. *Publicado en el Semanario Crítica el 30 de Octubre de 2006.