Julio César Hernández
Si bien en política no hay nada escrito y más que en ninguna otra parte es en ella donde aquella frase de que “del plato a la boca se cae la sopa” siempre está vigente, hoy estará rindiendo protesta Rafael Castellanos como presidente del recién creado Instituto de Justicia Alternativa.
El asumir este cargo no será sino la consumación de una crónica ampliamente anunciada, inclusive mucho antes de que se aprobara la creación de este nuevo organismo, las causas que habían retrasado la aprobación en el pleno del Congreso dicho mombramiento quedaron disipadas, al cerrar las negociaciones entre PRI y PAN sobre otros espacios en disputa.
De esta manera, luego de que la Comisión de Justicia entregara a la Junta de Coordinación Política los sobres con los nombres de los aspirantes y de entre los que saldrá el presidente de este Instituto, sólo una catástrofe impediría que el elegido sea Rafael Castellanos, no obstante los cuestionamientos y señalamientos que al respecto hicieron cuatro candidatos, en el sentido de que ya todo estaba decidido de antemano.
Pero este proceso deja en evidencia dos cosas: uno, que no obstante que los elegidos tengan el perfil adecuado para cubrir un cargo, la falta de pericia, de operatividad, del cuidado de las formas por parte de los diputados, desgasta innecesariamente; dos, que contra lo que juren y perjuren, los diputados -de todos los sabores y colores- mantienen aquella máxima de que todo es negociable y que, por lo tanto, sí hacen efectivas las “monedas de cambio”.
Ahora, sí Rafael Castellanos asume hoy la presidencia de este Instituto, bien valdrá la pena darle todas las herramientas necesarias para que el mismo no se convierta en un “elefante blanco” y sea sólo refugio de desempleados.