Por Julio César Hernández Gutiérrez

Si es criticable que el presidente municipal de Guadalajara, el panista Alfonso Petersen Farah, haya decidido dar marcha atrás al incremento salarial que recibió el 16 de agosto, un mes después y solo porque fue una petición de su dirigente tapatío, Alfredo Argüelles Basave, mucho más reprobable es la postura de algunos regidores priístas.

Y es que, al parecer, los ediles del tricolor recurren a ciertos argumentos según sus intereses y no guardan una conducta permanente.

Es el caso de quienes cuestionados sobre si rechazarán el aumento salarial o no, tal y como lo hizo el alcalde panista, responden que no lo han decidido y que se definirán tras consultarlo con su fracción edilicia.

Si deveras tuvieran la intención de rechazar el incremento salarial -y no decimos que deberían de hacerlo forzosamente-, no tendrían por qué consultarlo con sus compañeros o con el coordinador de su bancada, sino que basta con que simplemente lo hagan.

Y más honesto sería que digan abiertamente que no renunciarán a ese incremento porque deveras se lo merecen o lo desquitan. Pero si no lo hacen, es porque quizás saben que el monto total de su nuevo salario no es equitativo a su trabajo.

Señores regidores: que no les dé vergüenza decir que no rechazarán el incremento de salario, finalmente será la ciudadanía quien los premie o los castigue en caso de que busquen un nuevo cargo de elección popular.