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Julio César Hernández
El movimiento de inconformes en contra de la dirigencia estatal que encabeza Eduardo Rosales Castellanos cada vez se demerita más cuando nos damos cuenta que los apostados afuera del inmueble de la calle Vidrio o no son panistas o son presionados para estar ahí presentes.
Las evidencias de esto han quedado a través de los medios de comunicación, como el periódico Mural y Notisistema, que han recogido el testimonio de quienes hasta revelaron que ni panistas son. O del ex funcionario de la Secretaría de Salud que denunció que el titular Alfonso Gutiérrez Carranza le aseguró que su despido era porque era del grupo político contrario.
Y luego reveló que se le condicionó el pago de su liquidación a que fuera a manifestarse frente al PAN, lanzara gritos en contra de Rosales y a que se disculpara públicamente del secretario.
La verdad es que resulta absurdo que el diputado Mario Salazar Madera considere que esta denuncia, en la que hubo como prueba contundente una grabación donde se escucha todo lo denunciado, es una “cortina de humo” o que pretenda ser un distractor.
Además, resulta extraño que quienes se quedan a acampar afuera de la sede panista se nieguen a hablar ante los medios, a demostrar que son militantes o simpatizantes panistas o a responder cualquier pregunta que les plantean los reporteros.
Quizás lo único real de esta manifestación es que es alentada desde Palacio de Gobierno, que todo obedece a una venganza y deseo de apoderarse del partido, antes que ver por el bien del mismo partido. ¿O hay pruebas de lo contrario?