Alfonso Javier Márquez


El agarrón está bueno. Los contendientes no son del mismo peso pero las condiciones permiten cierto equilibrio, por lo menos en el round en que se encuentran. El mas chaparrito encontró la forma de ganar tiempo, golpeándole las espinillas al mas grande que tarde que temprano lo aplastará; en cuanto se le pase el dolor de las piernas, y si no le encuentran otro punto de dolor, el grandote se repondrá y hará uso de toda su fuerza para acabar de una vez por toda con su enemigo.


Así se ve el pleito por la rectoría. ¿Paradójico comparar una pelea de box con el pleito entre el rector Carlos Briseño Torres y el ex rector Raúl Padilla López?, no. Es mejor que compararlo con una telenovela –que encajaría mejor- que llevara un nombre como “La Traición“.


Carlos Briseño Torres es el clásico perro que muerde la mano que le da de comer. Nació y creció política y académicamente a la sombra de Raúl Padilla López. Hay quienes aseguran que Padilla veía en él a su sucesor; al hombre que podría quedarse con el lugar que él ocupa desde hace 18 años. Y lo traicionó. Hay quienes le decían a Raúl que no eligiera rector, que lo iba a traicionar. Y así ocurrió.


Y no es que Raúl Padilla sea lo mejor para la Universidad de Guadalajara. De hecho, el sentimiento hacia fuera de la casa de estudios está mas alineado con el rector Carlos Briseño Torres que con Padilla en el rechazo al cacicazgo que ha ejercido el clan que lidera el ex rector, de que hubiera sido mejor construir mas escuelas e instalaciones educativas que teatros y centros de espectáculos. El rector no está tan mal en lo que propone, no obstante en política la forma es fondo y como ha hecho las cosas Briseño Torres está claro que es la manera mas desatinada. Si ya estaba en la rectoría, tenía seis años para construir, por un lado, su candidatura a la campaña a gobernador, y por el otro, la posesión de la Universidad de Guadalajara, apropiándose poco a poco y con mucha habilidad y operación política de las posiciones que hace fuerte a su enemigo Padilla. Pero no, el rector enloqueció en el primer año e hizo todo lo que no tenía que hacer para perder el control de la Universidad que nunca tuvo.


El perro es bravo y le patean el cancel. Hubiera sido mas inteligente domarlo, y después utilizarlo para defenderlo; en cambio hoy tiene a toda la universidad volcada en su contra y, como dije, y sostengo, en poco tiempo dejará de ser rector.


Carlos Briseño Torres, tuvo la gran oportunidad de cambiar a la Universidad de Guadalajara, de sacar a Padilla y de convertirla en un centro plural de pensamiento, pero ahora no se podrá porque el elegido para esa misión resultó una persona incapaz de hacerlo.