Por Gilberto Pérez Castillo

El gobernador Emilio González Márquez tiene muchos años en la política, pero actúa como novato.

La interpretación equivocada de los resultados electorales de julio del 2006 hicieron que Emilio y su grupo político diseñaran una política gubernamental basada en la prepotencia.

El gobernador y sus cogobernantes no han podido asimilar que un triunfo electoral en estos tiempos no le da un cheque en blanco al ganador y que, después de ganar las elecciones, es necesario ganarse día a día la gobernabilidad y la legitimidad para emprender las acciones importantes de un gobierno.

Por eso al gobernador y a sus compañeros en el gobierno les cuesta tanto trabajo entender porqué la luna de miel con los ciudadanos acabó tan pronto, porqué la mayoría no le perdona el regalo de 67 millones de pesos a Televisa, porqué fue rechazada su idea de imponer un cobro para invertir en La Primavera, porqué se le rechazó masivamente su proyecto de Placazo, porqué no acaba de aceptarse su idea de Refrendazo y porqué ya casi nadie se ríe de su ya desgastado estilo desenfadado de hacer política.

En este ambiente, lejos de hacer una revisión de su interpretación de la realidad, Emilio González quiere imponernos a todos su realidad, simple y sencillamente porque él es el gobernante.

En esta visión equivocada que tiene de la realidad social y política, el gobernador no acaba de entender que el Poder Legislativo, incluida la Fracción Legislativa del PAN, juega un papel de contrapeso del Ejecutivo y no de simple oficialía de partes o de tramitadora de caprichos del gobernador.

Con su ataque personalizado al coordinador de la Fracción del PAN, Jorge Salinas Osornio, el gobernador cometió uno de sus más graves errores políticos de lo que va de su administración, porque evidencia su incomodidad con el equilibrio de Poderes de nuestro régimen constitucional, su desprecio a la autonomía del Legislativo, incluidos los diputados del PAN, y su incapacidad política para generar acuerdos.

Ante sus fracasos políticos, Emilio González y sus compañeros de grupo echan mano de coraje y de la descalificación, culpando a otros de sus deficiencias.

Finalmente, Emilio y sus cogobernantes volvieron a perder con sus estrategias, porque en lugar de debilitar a Jorge Salinas consiguieron que propios y extraños arroparan a quien es, al principio y al final de cuentas, uno de los suyos.