Julio César Hernández
Pues sí. Todo era cuestión de tiempo.
Como aquí lo referimos el viernes anterior cuando dimos a conocer que Francisco Morales Aceves estaba en “la cuerda floja”; que Rafael Castellanos hacía fila; y que José Manuel Correa Ceseña sumaba adeptos, finalmente todo quedó definido en la cena que tuvieron el sábado Rafael González Pimienta y Beatriz Paredes Rangel:
Morales Aceves cayó “de la cuerda” y continuará como director de Procesos Legislativos; Castellanos se quedó esperando haciendo fila, y seguramente le cumpirán la promesa de ser el titular del Instituto de Justicia Alternativa; y Correa Ceseña, finalmente alcanzó los apoyos necesarios.
Así, con la “bendición” de la dirigente del CEN del PRI, José Manuel Correa Ceseña será a partir de mañana el nuevo secretario general del Congreso del Estado, en sustitución de Carlos Corona Martín del Campo.
Paredes Rangel ya no soportó que este asunto continuara en la indefinición ante el fracaso del coordinador Roberto Marrufo Torres para resolverlo, y decidió enviar otra vez a Guadalajara a quien fuera delegado en la zona metropolitana en las elecciones del 2009, Agustín Trujillo, con una sola encomienda: pedirle a Corona Martín del Campo, a nombre de su dirigente, su renuncia.
Y para ello, Trujillo y Marrufo se reunieron hace algunas horas con Carlos Corona para despejar cualquier duda sobre cuál era el deseo de Beatriz Paredes: que Carlos Corona se separe ya del cargo, que Morales Aceves se mantuviera en el que ocupa; y que Correa se haga responsable, a partir de mañana, de la secretaría general del Congreso.
¿Alguna sorpresa? No, pues además de que este escenario lo divisamos desde el viernes pasado, todos sabemos que si hay algún priista jalisciense cercano a Paredes Rangel, ese es Correa Ceseña.
Así, salvo que algo extraordinario suceda en la madrugada de mañana martes, cuando se concretará el relevo en la sesión ordinaria, por fin esta historia tendrá su fin, aunque no será un final feliz para muchos, como en los cuentos de princesas, príncipes y hadas… aunque en México la política, en ocasiones, es puro “cuento”.