Julio César Hernández
Cuando José Guadalupe Posada creó a la hoy mundialmente famosa “Catrina”, nunca se imaginó que habría quien la consideraría representante de una amenaza de muerte.
La verdad, nadie. Ni Posada ni cualquier otro mexicano.
“La Catrina” tiene tras de sí todo un significado más allá de una simple obra grabada. Su creador, quizás, nunca se imaginó la trascendencia de esta figura. ¿Sería mucho exagerar si decimos que “La Catrina” es para Posada lo que “La Mona Lisa” para Da Vinci?
Estoy seguro que cuando menos para los mexicanos, no.
Bueno, pues hoy día de “Los Fieles Difuntos”, “Día de Muertos”, nada mejor que esta gráfica tan oportuna de Javier Hoyos que captó del gobernador Emilio González Márquez, flanqueado por el alcalde de Tlaquepaque, Miguel Castro Reynoso, y la para él amenazante “Catrina”, durante un recorrido que hizo por una exposición de arte mexicano en la Villa Alfarera.
¿Por qué en aquella ocasión no interpretó la colocación de esta figura a su paso como una amenaza de muerte?
Estoy seguro de que si hoy viviera José Guadalupe Posada, era fecha de que no paraba de reir tras la ocurrencia de nuestro Mandatario, con aquella pareja de “catrines” que le dejaron estudiantes preparatorianos de Tonalá en Casa Jalisco.
No hay mejor día que hoy para recordar este caso “foxiano”.