Sin los reflectores mediáticos de los que gozaron sus antecesores Enrique Alfaro, Ismael del Toro y en dos ocasiones Alberto Uribe, el presidente municipal emecista de Tlajomulco, Salvador Zamora Zamora, se mueve como “pez en el agua”, sin las presiones que genera el alfarismo, pero decidido a emular y superar a sus antecesores.

Zamora Zamora está dispuesto a lograr lo que Alfaro, Del Toro y Uribe no pudieron: darle a Tlajomulco su Centro Universitario de la UdeG. Y ayer ya dio el primer paso: el pleno de regidores aprobó la adquisición de un terreno de 30 hectáreas, pero las negociaciones con el rector, Ricardo Villanueva Lomelí, van más adelantadas de lo esperado.

El alcalde está empeñado en que este año Tlajomulco tenga lo que ya tienen Tonalá, Zapopan y Guadalajara.

Pero no todo queda ahí. Su meta es resolver de una vez por todas el problema de abastecimiento de agua, otro propósito que no lograron concretar quienes le antecedieron en el cargo, con lo que daría otro “campanazo” en su administración, a la que habrá que sumarle la puesta en marcha del programa de arrendamiento de vivienda popular, de todas aquellas casas deshabitadas que den albergue en renta a cientos de familias. Su reto es no dejar que este programa de burocratice y fracase.

Un objetivo más es la de regular o prohibir el tránsito de camiones de carga en el municipio, que son causantes no sólo del deterioro del piso sino de múltiples accidentes. Asegurá que su proyecto va caminando y que logrará implementarlo.

Salvador Zamora tiene cruzados los dedos para que el proyecto de la Línea 4 del Tren Ligero no quede en una mera promesa. Contra lo que dicen algunos estudios de la incosteabilidad de abrir este medio de transporte, el primer edil apuesta a que será una realidad. La apuesta va doble contra sencillo.

Pero si bien todo lo anterior son proyectos, algunos aún en el papel y otros apenas dan sus primeros pasos, hay una realidad lacerante que golpea la vida de los tlajomulquenses como la de la mayoría de los habitantes de la zona metropolitana: la inseguridad pública. Además, Tlajomulco se ha convertido en el depósito de cuerpos de la metrópoli, imagen que también tendrá que trabajar para erradicarla.

Tlajomulco podrá gozar, por fin, del servicio de agua potable, podrá ver sus tiempo atrás casas vacías ahora habitadas, podrá presumir de contar con un Centro Universitario y quizás, si no se topa con el obstáculo de la incosteabilidad, hasta con su Línea de Tren Ligero, así como ver sus caminos libres de camiones de carga, pero mientras sus habitantes no gocen de cabal seguridad pública, todas esas comodidades terminarán en un segundo plano y sin disfrutarse del todo.

Ese es el reto de Salvador Zamora, a la par de sus ambiciones por concretar logros que sus antecesores prometieron pero no pudieron cumplir. Le quedan dos años tres meses. Si lo logra, prácticamente amarraría la reelección, a menos que su objetivo esté en otro lado.

Al tiempo.